1) Entrevista Revista CLIJ, enero 2013
2) Entrevista Blog Generación Jordilauriana, enero 2013
3) CLIJ (1997, 1998, 2000 y 2003)
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1)
“LO ÚNICO QUE SOY ES ESCRITOR”
Entrevista a Jordi Sierra i Fabra
© José R. Cortés Criado y Revista CLIJ, enero 2013
Jordi Sierra i Fabra es un escritor infatigable que con sus más de 400 libros escritos continúa escribiendo con la pasión de un principiante, porque para él, la vida es la escritura y sin ella no sería nada. Acaba de cumplir 40 años como escritor, ha publicado sus memorias litetarias: “MIS (primeros) 400 LIBROS – Memorias Literarias de Jordi Sierra i Fabra” (SM); y sigue escribiendo a un ritmo trepidante. A lo largo de esta entrevista se ha mostrado tal como es: vitalista, sincero, con muchas ganas de vivir y de escribir, y de arriesgar y apostar por los jóvenes desde sus Fundaciones, porque considera necesario fomentar el placer de la lectura y el de la escritura y porque cree en el poder de los libros para cambiar a las personas.
Pregunta- Jordi Sierra i Fabra acaba de cumplir cuarenta años como escritor, ha publicado sus memorias literarias y sigue escribiendo a un ritmo trepidante. Aunque hay quien dice que cuarenta años no son nada, quisiera saber qué han sido para ti.
Respuesta – No sólo son cuarenta publicando, sino sesenta y cinco de vida. Me parece una barbaridad, pero en el fondo han pasado como en un soplo. Sigo siendo un crío con un apetito voraz por viajar, inventar historias, escribir, hacer cosas… y de pronto eres mayor. ¿Cuándo y cómo ha transcurrido el tiempo? Escribiendo mis memorias me di cuenta de eso y resulta abrumador.
¿Qué queda del Jordi roquero?
Todo y nada. Sigo siendo el que era, de corazón y espíritu, porque eso es parte de mi aliento vital, y me sigo alimentando con un buen tema de Led Zeppelin o AC/DC, Dylan o Springsteen, pero ya no llevo el cabello largo ni visto como una estrella del rock. En la vida hay que ir quemando etapas. Igual que dejé la música para ser libre y poder viajar por Asia, África o Latinoamérica, sin ataduras, hoy asumo mi papel de simple escritor con un pasado que le marcó para siempre.
¿Qué hay de nuevo en tu literatura en comparación con tus inicios?
Eso tendrían que evaluarlo los críticos y los historiadores. Nuevo no creo que mucho. Escribo casi igual que a los 10 o 12 años, diálogos, frases cortas, capítulos vertiginosos, intensidad narrativa, buscando siempre la sorpresa, el riesgo… Es mi estilo, y uno nace y muere con él. Técnicamente sí, supongo. Siempre he tratado de aprender, evolucionar. En mis memorias hablo casi más de los fracasos que de los éxitos, porque son los fracasos los que te ayudan a crecer y aprender. Los golpes te forjan. En 40 años cambia el mundo, pero si tú eres fiel a tus principios, lo que haces es eso: evolucionar. Escribo mejor ahora que a los 40, y ojalá a los 80 opine lo mismo de ahora. Eso significará que he crecido como humano y escritor.
¿Has cambiado mucho como persona y como escritor?
No creo. Los que me conocen dicen que sigo siendo el mismo burro de siempre (dicho en el mejor de los sentidos, el de pasarlo bien, ser optimista, soñador, reírme siempre…). No se me han subido los galones al ático, continúo hablando con la gente, escuchando a todo el que me dice algo, recibiendo a quien quiera verme en mi casa… Uno no hace una Fundación para encerrarse en una torre, sino para compartir. A las puertas de la vejez es lo que me toca y lo que me dicta mi corazón.
Acabas de publicar MIS (PRIMEROS) 400 LIBROS – MEMORIAS LITERARIAS DE JORDI SIERRA I FABRA. ¿Qué hay de relevante en sus páginas?
Es la historia de un niño que soñaba con ser escritor, desde los 8 años, y al que todo el mundo machacó. Y la historia de un joven que no se rindió, confiando ciegamente en sí mismo, y la de un adulto que, tras conseguirlo, ha tratado de ser fiel a los sueños que le empujaron, sin traicionarlos jamás. En el libro no hay chafarderías musicales, no voy de rockero, no hablo de giras ni entrevistas ni fiestas ni nada que no tenga que ver con mi vida de escritor, que es la que para mí significa algo. Ni siquiera ajusto cuentas con nadie. No vale la pena. También espero que tape la boca a más de un idiota que aún piensa que tengo a cincuenta chinos trabajando para mí desde hace 40 años —país…—. Todo lo hago solo. Siempre he trabajado solo. Amo escribir y respeto mi profesión. De niño le ponía fecha a todo, no sé por qué, y de mayor he seguido así. Tengo todas mis novelas documentadas, aparición de la idea o la motivación, dónde y cuándo preparé el guión, qué día las escribí, qué mes las publiqué… Cualquiera pueda hacer un diario tomando esas referencias que aparecen libro a libro. Ahí verán cómo ha sido mi existencia como escritor y viajero. Pero aún así, aún repasando mi vida de esta forma que parece muy densa, en el prólogo Victoria Fernández dice que se lee como una novela, y eso es lo mejor. Hasta haciendo un tocho personal se nota lo que siempre he sido: novelista.
En tus comienzo escribías novelas policiacas y la música tenía bastante presencia en tus libros, más tarde te enfrentaste a la realidad, dejaste un poco de lado la música y escribías sobre los problemas que afectan a las personas. Ahora se puede leer en tus memorias que estás en una etapa llamada “Los años de la luz”. ¿Qué quieres decir con ello?
Publiqué mi primer libro a los 25 años, la primera novela a los 28, supe que empezaba a escribir un poco bien a los 35, y el éxito masivo empezó en torno a los 40. Esto es una progresión natural, lo lógico, lo verdaderamente importante en una vida vivida paso a paso, sin alardes, sin Hollywood haciendo películas ni la Coca Cola regalando personajes tuyos en sus chapas. Y estoy feliz y orgulloso de ello, porque los cantos de sirena son constantes y amenazadores a lo largo de los años. Primero fui un “rockero que escribía”, luego un autor “juvenil que venía del rock”, después… Siempre me ha puesto etiquetas y lo único que soy es escritor, salto de un tema a otro, soy curioso. Escribo de todo y para todos. Punto. Pero sí es cierto que me adentré en la novela realista hace más de 20 años, cuando recorri el mundo y me lo pidió el cuerpo. Eso definió mucho mi literatura. Yo llamo ahora “los años de la luz” a esta etapa que arranca con el siglo XXI porque ha sido la más feliz de mi vida, la de la realización plena, con algunas de mis mejores novelas, el reconocimiento nacional e internacional, los premios mayores y, sobre todo, sobre todo, la Fundació de Barcelona y la Fundación de Medellín. Yo creía que no se podía ser más feliz en la vida que escribiendo, hasta que en Colombia, con 100.000 niños a los que asistimos de promedio cada año, he visto algo más: el poder de un libro para cambiar a una persona, la sonrisa de un niño que lo recibe, la sensación de que estás en el lugar adecuado en el momento preciso haciendo algo que trasciende más allá del simple hecho de inventar historias. Esto es algo muy emocionante, impagable.
Actualmente, con sesenta y cinco años cumplidos, escribes y publicas con mayor asiduidad que antes, ¿Cuál es el secreto para tener esta capacidad creativa?
No hay secreto, es trabajo y placer, llevar la fábrica siempre encima, sin poder desconectarla, sentirte vivo y no perder nunca, nunca, la curiosidad. El día que dejas de ser curioso, empiezas a morirte. Pero también está el miedo a la muerte. Es una defensa. Cuanto más mayor me hago, más me gusta escribir, menos pierdo el tiempo, más ideas tengo, más vivo me siento, más feliz soy. Hace 5 años superé un cáncer “agresivo”. Al día siguiente de diagnosticármelo me levanté y me escribí 15 páginas de la novela en la que trabajaba, y al otro 16, y así todo aquel verano. Reflexioné sobre la muerte, aunque sabía que no iba a morirme. Comprendí que llegase hasta donde llegase, tenía que morir siendo lo que siempre he sido. Seré un romántico, o no, no sé, pero es mi manera de ser. A los seis meses el cáncer había desaparecido, pero yo ya pensaba en las memorias, como legado, para evitar el “ruido” que seguiría a mi muerte, las interpretaciones de mis libros, mis actos, mis gestos… Necesitaba poner orden en ese caos que representa (para los demás), haber escrito tanto. Uno también quiere dejar una carta a los hijos, los nietos, y como no sabe cuando va a morir, se muere sin hacerla. Mi carta han sido las memorias. Son muy simples, están escritas con lenguaje muy natural, y de momento ahí quedan. Si llego a los 100 años habrá una segunda parte, o a los 700 libros, pongamos por caso.
El otoño pasado ha visto la luz el primer número de la revista “La página escrita” dirigida al público juvenil. ¿Por qué la necesidad de publicarla?
Cuando cree las Fundaciones en 2004 ya diseñé la revista como herramienta de formación para futuros escritores y soporte para maestros y bibliotecarios, lo mismo que escribí mi método, con idéntico título, que publiqué en 2006. Pero en 2004 no tenía gente para tanto. En Medellín éramos tres, y en Barcelona estaba solo. Han pasado estos años y ahora tengo un equipo maravilloso, más las personas que se ofrecen a colaborar, profesionales o amateurs, como los ganadores de mi premio. En la revista nadie cobra, es artesanal, todos creen en el proyecto y entienden muy bien su función. No hay nada igual en el mundo de habla hispana. La respuesta ha sido maravillosa tanto en España como en América Latina. Un ejemplo: ¿Qué revista publica poemas y relatos en tres franjas de edad con el aval de una Fundación, siempre motivando a los jóvenes a escribir?
¿Crees que la Fundació Jordi Sierra i Fabra ha cumplido sus objetivos?
La impulsé como una necesidad vital y estamos en camino. Si la vida te ha dado un don, devuélvele a la vida un 10%. Eso es muy normal en el mundo de la música, donde las estrellas apoyan muchas causas solidarias, pero en literatura… Durante años, yendo a escuelas, me encontraba con chicos y chicas que me recordaban a mi mismo a su edad, con sueños sin aparente salida, por falta de confianza en sí mismos o, como en el caso de mi padre, porque los suyos no les dejaban escribir. Me di cuenta de que no había nada ni nadie que les apoyara, y es en la adolescencia cuando los sueños nacen y se hacen fuertes. Yo tuve perseverancia, pero ¿cuántos la tienen hoy, en que todo parece ir muy rápido? Necesitaba un marco para crear un premio literario para jóvenes, y para desarrollar ideas, programas formativos… Bueno, siempre me ha guiado el instinto. El único problema era el dinero, porque de pedir ayudas nada, todo sale de mis derechos de autor. Y no soy rico. Simplemente aporto lo que puedo. Los mayores hemos de comunicar nuestros conocimientos a los jóvenes, es ley de vida. Sería amargo morirse llevándote todo lo que sabes, egoístamente. Después de 8 años creo que las dos Fundaciones han dado más de lo que esperaba inicialmente. Y seguimos siendo modestos. La finalidad sigue siendo formar futuros escritores, pero también comunicar el placer por la lectura. Por eso fue maravilloso que en 2010 nos dieran el Premio Ibby-Asahi de promoción de la lectura, el más importante del mundo en la materia, compitiendo con proyectos de Estados Unidos, Japón, Canadá, México… También es importante que 50 escritores e ilustradores españoles hayan ido a trabajar a Medellín y todos hayan vuelto enamorados de la ciudad y de mi gente. A algunos les ha cambiado la vida. Alfredo Gómez Cerdá escribió “Barro de Medellín” gracias a su primera visita y con esa novela ganó el Premio Nacional. Eso es motivación. Y si puse en marcha dos sigue siendo por una razón simple: la de Barcelona es por mis raíces, la de Colombia para devolver sólo un poco de lo que América Latina me ha dado siempre en todos los órdenes.
Vas a inaugurar sede en Barcelona, por fin.
Sí. En Medellín tenemos dos pisos y el Banco de Colombia nos regaló un local (sin pedirlo) para impulsar la escuela de escritores e ilustradores. Allí trabajan casi 80 personas. En España en cambio… nada. Allí un euro rinde mucho. Aquí no. Hace dos años comprendí que, o ganaba un premio gordo, o nunca tendría una sede. Me presenté al Torrevieja y gané. No fue fácil, había 524 libros de 11 países. Con los 360.000 euros (bueno, lo que me dejó Hacienda) me compré un local en el barrio de Sants de Barcelona. Lo inauguraremos en el primer trimestre de 2013. Las obras también han sido muy, muy costosas. Será biblioteca, centro de estudios, espacio multimedia, habrá una sala para charlas y por supuesto albergará una exposición con mis originales, guiones, libros de infancia, dibujos, mis viejas máquinas de escribir, las mesas en las que trabajé, premios, recuerdos… Mi manía de guardarlo todo.
¿Por qué ese empeño en que los jóvenes escriban? ¿Hay futuro?
Porque creo en ello. Y sí, hay mucho futuro. Les mata la impaciencia, querer comerse el mundo antes de hora, así que lo esencial es también prepararles para esa larga espera. Hace poco una chica de 15 años me escribió diciendo que “iba a dejarlo, desanimada, porque tres editoriales le habían devuelto su primer libro”. Le pegué una bronca… Le dije que tenía que escribir diez libros, a uno por año, probablemente sin dárselos a leer a nadie —esa manía de colgarlo todo en Internet buscando que te digan lo bien que lo haces…—, para poder publicar, con suerte, a los 25. Es muy difícil que entiendan eso. Todo es prisa, hacerse famoso a la primera a lo Gran Hermano. ¿Formarse? ¿Prepararse? ¡Nada! Y no, eso no es ser escritor. Escribir uno, dos o diez libros no es ser escritor. Ser escritor es algo más. El arte no se mide por el dinero que ganas o el éxito que tienes, sino por lo que sientes al hacerlo. Esa es tu recompensa. Pero claro, a los 15 años no piensas que tienes toda la vida para escribir, hasta que te mueras, que eso no es jubilable,y que por lo tanto hay tiempo. Por esta razón llamo por teléfono a los 30 primeros de mi premio, para que entiendan eso, y escribo una carta a todos, animándoles a seguir. Vivimos en un mundo de locos y alguien ha de poner un poco de cordura, que es lo más difícil.
Este año se ha fallado el VII Premio Jordi Sierra i Fabra para jóvenes, que ya se ha consolidado como un premio esencial en el panorama literario y no sólo juvenil. ¿Era necesario un premio así?
Para el VII premio llegaron 92 libros. Para el VIII, que se falla en febrero, hemos recibido 111. ¿Hay que preguntar el por qué de un premio así? Las cifras lo dicen todo. Este verano de 2012 han sido 111 chicos y chicas que se han puesto a escribir una novela, en muchos casos la primera, y sólo porque tenían un lugar al que mandarla. Si no se les dan a los jóvenes oportunidades, luego no nos quejemos. El chico que ganó el primero, Arturo Padilla, ya va por la cuarta novela editada. La chica que ganó al año siguiente, Jara Santamaría, es periodista en Madrid… Y colaboran en la revista La Página Escrita. No todos los 111 de este año o los 92 del pasado serán escritores, pero el simple hecho de atreverse con una novela es un premio, el placer de escribir es único. Toda forma de arte, desde saber tocar un instrumento, pintar o escribir, es un regalo que nos hará mejores personas. Hay países de Europa donde un 4% de los jóvenes estudian música. Aquí son un 0,4%, y encima se quitan horas en las escuelas porque “eso no sirve para nada”. Así nos va. Si no cultivamos el espíritu… ¿qué, todos materialistas? Por eso ayudo a los jóvenes y los aliento a escribir, porque ni siquiera hay escuelas de formación (a no ser pagando cursos muy caros en plan privado).
Acabas de recibir el Premio Cervantes Chico, es tu premio número treinta y uno. ¿Por ser “chico” es de menor importancia que los anteriores?
Cuando te dan un premio por votación de cientos de estudiantes, más de 4.000 en este caso de Alcalá de Henares, no puede hablarse de premio menor. De los 31 ganados hasta hoy (octubre de 2012), hay varios concedidos a una obra o una carrera, sin concurso previo, y son maravillosos. No hay más interés que premiar una labor.
En el año 2009, el IES María Zambrano de Torre del Mar, Málaga, “bautiza” su biblioteca con el nombre de Jordi Sierra i Fabra. ¿Qué supuso esta distinción?
Cuando te mueres le ponen tu nombre a una biblioteca o a un colegio. Genial. Pero a ti ya ¿qué más te da? Que en vida a alguien se le ocurra algo así es mágico. Para mí fue un regalo. De todas formas hay lugares de España donde, por la razón que sea, tienes una relación especial, y Málaga es uno de ellos. Allí presenté una de mis primeras novelas en 1977, “Campos de fresas” lleva una década siendo el libro más pedido en bibliotecas de la provincia, yo llevo años siendo el autor más solicitado en ellas, ¡por encima de Lorca y Unamuno!… Lo mismo sucede en Extremadura, Asturias, Catalunya y más sitios, pero cuando todo coincide en un mismo lugar es fantástico. En Málaga también hiciste tú mismo la primera tesis doctoral sobre mi obra, que mereció el Premio Extraordinario del Doctorado en la universidad. Nada es casual.
Y eres el 8º autor más leído en escuelas de España.
Eso es un “sambenito” de los que te caen encima y ya no los sueltas. El día que te dicen: “¿Sabes que eres el autor español vivo con más obra publicada?” te echas a temblar, porque desde ese momento te van a colgar esa etiqueta. Sucedió lo mismo hace diez años con lo de los autores más leídos. Los primeros eran Bécquer, Lorca, Galdós, Baroja… ¡todos muertos! Vivos estábamos Delibes, García Márquez y yo. García Márquez era el 7, yo el 8 y Camilo José Cela el 9. Fue un honor, pero eso es de 2002. Han pasado 10 años y allá donde voy me sueltan lo mismo. Hoy puedo ser el 27, o el 5, pero como no se ha hecho otra encuesta, soy y seré para la eternidad “el 8º autor más leído en escuelas”.
Volviendo al presente. ¿Qué sientes al saber que se han vendido más de diez millones de libros escritos por ti?
Hablamos de España, así que es una cifra abrumadora, casi alucinante, aunque haya sido en 40 años. Luego te dicen que J.K.Rowling vende eso mismo en una semana cuando saca un Harry Potter, y te pones a reír. Sea como sea pienso que es increíble, sobre todo porque cada cinco años el público joven se renueva, y los nuevos siguen leyendo mis libros, y algunos llevan 20 o 25 años siendo best sellers o libros de referencia. Una pasada. Pero en el fondo sigo siendo anónimo, debo ser el más famoso de los autores desconocidos de España o el más desconocido de los autores famosos. No soy de salir en la tele ni montar paripés ni ir a lugares para que me vean. Me gusta la discreción. No soportaría tener a unpaparazzi pegado al culo o fotografiándome en taparrabos en una isla a las que suelo ir para preparar guiones. Lo importante es tener los pies en el suelo y saber cuál es tu papel en la vida.
¿Qué nos depara el futuro a los seguidores de Jordi Sierra i Fabra?
Trabajo, ilusión, más novelas, más historias, más amor, sinceridad, el mismo alud creativo mientras el cuerpo aguante y pasando de todo… Es lo que puedo dar. Como suelo decir, ya descansaré cuando me muera.
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2)
ENTREVISTA A JORDI SIERRA I FABRA
© Blog Generación Jordilauriana 2013
- ¿Sobre qué edad, más o menos comenzaste a escribir?
A los 8 años atravesé una puerta de cristal. Casi perdí el brazo izquierdo y la nariz (quedó colgada de un simple hilito de piel), amén de cicatrices en la mejilla, la cabeza… Yo leía mucho, y en el hospital, como una momia y colgado de alambres, era imposible. Sólo se me salvó el brazo derecho. Le pedí a mi madre un cartón, papel y lápiz, para dibujar, pasar el rato, y un día hice un relato de 3 páginas. Se titulaba “Asalto al First National Bank”. En ese momento descubrí que escribiendo no tartamudeaba, porque yo era un tartamudo de los duros. Hubiera sido escritor igualmente, nací para eso, pero lo descubrí entonces. Y ya no he parado de escribir. Aquel relato me lo rompió mi padre cuando se lo enseñé muy orgulloso, me dijo que no hiciera tonterías, que estudiara. Así que nunca, repito, nunca volví a enseñarle nada a nadie, ni a mis amigos. Aprendí la lección: da igual lo que digan los demás: todo depende de ti y de tu empeño. Publiqué mi primer libro (de historia de la música) a los 25, y la primera novela a los 28. Me sentía mayor, viejo. Hoy entiendo que era muy, muy joven, y que fui un suertudo adelantado. En realidad empecé a escribir bien a los 35 (y eso que ya había ganado uno de los grandes premios de España con 31 años). Por eso hoy os pido siempre paciencia, que no corráis, que os forméis, que esto es un largo camino, que escribir es sagrado y publicar una responsabilidad, que hacerlo antes de hora es un riesgo, que hay que escribir un libro al año a los 15, 16, 17, 18… y así hasta que tú mismo te das cuenta de que, por fin, has hecho algo con sentido, que ganar un premio como el mío es un mérito, pero que lo importante es cómo se siente uno al hacer su obra. Yo cree el premio para motivaros, para que os probéis a vosotros mismos, no para frustrar a nadie por no ganar. El día que los que nunca lo ganéis os deis cuenta de eso habréis dado un paso fundamental en vuestro progreso como personas y, tal vez, futuros escritores. El que ama escribir escribirá siempre, hasta los 90 años o los 100, porque esto no es jubilable. Por lo tanto, lo peor son las prisas, las angustias que muchos y muchas tenéis ahora. Hay que disfrutar de los dones, y escribir es un don.
- Sabemos que a parte de ser un escritor apasionado, eres un lector apasionado. ¿Cuál es el libro que más te ha marcado? ¿Y el último que has leído?
De niño leía cosas cutres y horteras, así salí yo. Alquilaba libros baratos de segunda mano (no tenía biblioteca ni en mi cole ni en mi barrio) porque éramos pobres. No leí nada “decente” hasta los 14 o 15, cuando llegué a Julio Verne, Salgari, Kipling, y, sobre todo, Richmal Crompton, Edgar Rice Burroughs y Enid Blyton. También devoraba cómics, El Capitán Trueno, Flash Gordon (de ahí mi amor por la ciencia ficción) y Rip Kirby (de ahí mi amor por lo policiaco). Mi primer libro de cabecera fue “Las 1001 noches”. Y por fin, con 16 o 17 años, no lo recuerdo, leí las dos novelas que, en ese momento, me cambiaron la vida: “El filo de la navaja” de William Somerset Maughan y “El manantial” de Ayn Rand. Lo último que he leído no lo digo, porque son varios a la vez, y más ahora que tenemos la revista on line.
- Aquí viene una pregunta típica: ¿qué tres libros te llevarías a una isla desierta?
Pregunta típica respuesta absurda: ninguno. Ya voy a islas desiertas, dos veces al año, pero para encerrarme a pensar y escribir. Y si fuera desierta, pero desierta de verdad, lo único que me llevaría serían semillas para poder comer. Además, en una isla desierta no se lee, se muere uno.
- ¿Hay algún autor que te sirva de inspiración cuando escribes tus obras?
No. Después de los nombres que os he citado antes, forjé mi estilo (ritmo, intensidad, muchos diálogos, frases cortas, puntos y aparte) y lo único que desarrollé fue la técnica, que es diferente para cada libro. Saber cómo contar una historia es lo único verdaderamente importante una vez eres escritor. A mí es lo que más trabajo me da a veces, y puedo estar días, semanas o meses antes de encontrar esa manera de hacerlo.
- ¿La música te inspira o te molesta a la hora de ponerte a escribir?
Escribo con música, y a todo volumen, o en completo silencio. La música me aísla. Es como estar bajo una campana, protegido por ella. Tengo en mi despacho de Barcelona 30.000 discos (y las paredes forradas con fotos con algunos de los grandes de la historia del rock). En Vallirana (mi montaña), como está en medio de un bosque, prefiero el silencio. Utilizo la música también en función de lo que escriba. No puedo hacer una escena romántica escuchando a Led Zeppelin o AC/DC, sino poniendo piano o violines, ni hacer una escena vertiginosa escuchando a Igor Stravinsky. Por ejemplo, cuando escribo ciencia ficción siempre, siempre, pongo lo que en los 70 se llamaba rock alemán, que no es sino música electrónica, Tangerine Dream principalmente.
- ¿Cuáles de tus libros te gustaría ver en la gran pantalla?
Esa es una larga y dura historia. Muchas de mis novelas han pasado al teatro, he hecho algunas cosas para TV, pero el cine… ¡ah, el cine! Si me llamara George Saw (Jordi Sierra en inglés) estaría en Hollywood y sería el guionista de George Lucas o de Spielberg. Eso no lo digo yo: lo dice mucha gente desde hace 30 años. Pero somos españoles. Me llamo Jordi Sierra i Fabra. A pesar de que mis novelas son guiones de cine (se nota que voy cada noche al cine o me veo una o dos pelis en video desde siempre), cada vez que me han comprado un libro al final no se ha hecho. Y me han comprado libros directores famosísimos en su momento, como Imanol Uribe, o productoras como la mismísima Buenavista Home Entertainment (que es parte de Disney), Marcha Films, Jet Films… Novelas como “…en un lugar llamado Tierra”, “Noche de viernes”, “El tiempo del olvido”, “El regreso de Johnny Pickup”… No hay forma. Siempre pasa algo. Lo último que me han comprado, hace unos días, es “Un poco de abril, algo de mayo, todo septiembre”. Ya hay productor, director (David Menkes), se habla de los posibles actores (Hugo Silva y Ana de Armas), pero justo ahora TVE ha reducido a la mitad el presupuesto y… Ya veremos. En fin: esto que acabo de contar es exclusivo y confidencial. Sssh…
- A estas alturas de tu carrera, ¿te sigues planteando algún reto como escritor?
Muy bueno lo de las alturas. A ver si me da vértigo. Supongo que es una forma educada de llamarme “señor mayor”. Y sí, lo soy. Que caray, son 65 años de vida. Me han pasado volando, pero han pasado. Lo maravilloso es A) Que he cumplido todos mis sueños (el último era la Fundación) y B) Que una vez cumplidos han surgido otros nuevos (el principal vivir hasta los 100, lúcido, y seguir escribiendo, que es lo que más me gusta hacer). De todas formas hablo de los sueños que estaban o están al alcance de mi mano, es decir, los que yo puedo ganarme. Hay otros que no dependen de mí, como por ejemplo que un día me caiga el Premio Andersen.
- La mayoría de tus personajes son jóvenes ¿cómo consigues identificarte con ellos de esa forma durante tanto tiempo? ¿No cuesta eliminar la experiencia propia de los años de la voz de un personaje más joven?
Tonterías. La edad es una circunstancia. Yo mentalmente sigo siendo un crío de 17 años. Soy más burro (de buen rollo) que la mayoría de vosotros y vosotras. Vengo del rock, soy feliz, me río siempre, hago lo que me gusta, viajo… Supongo que pronto empezaré con achaques propios de los 70, los 80… pero tampoco creo que cambie mucho con ellos, porque siempre he sido el mismo. El éxito (¿qué será eso?) no me ha cambiado. Por lo tanto es lógico que viva en este mundo, sienta las cosas como siempre las he sentido y viva de acuerdo a lo que soy. Veamos: si fuera abogado haría libros de abogados. Pero ¿cómo es mi día a día? Siempre estoy rodeado de gente joven, antes me mandabais cartas contándome vuestra vida y ahora me mandáis mails, venís a mi casa a verme, voy a escuelas, contesto a lo que me preguntáis en los foros, tengo dos Fundaciones y aquí o en América Latina estoy siempre a vuestro lado. No tengo amigos de mi edad. Si me paso la vida entre gente de 15 a 20 años es lógico que en 7 de cada 10 de mis novelas los protas también tengan entre 15 y 20 años. Yo no escojo los temas: me escogen ellos a mí. Pero mis novelas suelen ser duras, mucho. Y encima se leen durante 15, 20 o 25 años, porque hay algo fundamental: yo escribo de seres humanos, hablo de sentimientos, y los sentimientos no cambian. Nos enamoramos igual ahora que hace 50 años. Hoy hay móviles, Internet, la tira de cosas, pero los seres humanos seguimos siendo eso: seres humanos. Por eso no me cuesta hacer lo que hago, ni a vosotros os cuesta identificaros con ello. Meterme en la piel de un adolescente, chico o chica, es parte de mi trabajo, como un actor que interpreta un personaje.
- Has publicado 400 libros… ¡Y la cifra sigue creciendo! A pesar de ello, ¿alguna vez te has sentido inseguro o has dudado de tu talento como escritor?
Si es así, ¿qué te llevó a hacerlo?
No, nunca hedudado. Ni de niño, cuando mi padre me lo prohibió (decía que me moriría de hambre, que eso no daba para comer), ni de adolescente, cuando me ponían ceros en lengua por ser diferente o me daban palizas por ser tartamudo, ni de joven, solo contra el mundo. Yo lo tenía claro. Y si tú lo tienes claro… La primera (y única) persona que creyó en mí fue mi mujer. La conocí con 21 años. Llevamos 44 juntos. Os diré algo: superé la tartamudez el día que dejó de importarme, es decir, el día que aprendí a reírme de mi mismo y a no tomarme en serio. ¿Por qué cuento esto? Por lo siguiente: la gente te hace daño cuando tú eres vulnerable. Todos tenemos complejos (de bajos, de feos, de flacos, de gordos, de tal o cual) y los complejos son grietas en nuestro ser. Un bloque de mármol es irrompible. Un martillo sólo logrará descascarillarlo. Pero si ese bloque de mármol tiene una grieta, entra en ella una gota de agua y se hiela, lo parte en dos. Los humanos estamos llenos de grietas, y por ahí nos meten mano y nos hacen daño. Para ser artista hay que ser un bloque de mármol, porque uno está solo, desnudo frente al mundo, expuesto, y por lo general siempre será incomprendido, tachado de loco, raro… No puedes gustar a todo el mundo ni pretender que todos te quieran. Yo escribo lo que siento, cuando lo siento y como lo siento, passsando de todo lo demás, halagos o críticas. Nadie sabe lo que hay en la cabeza de cada cual, sólo uno mismo.
- De entre todas tus novelas (que no son pocas), ¿a cuál crees que le tienes más aprecio? ¿Por qué?
Pregunta sin respuesta. Tengo dos hijos, ¿a cual quiero más? Mis más de 400 libros son mis hijos. Yo los he parido, soy su padre y su madre. Tengo una suerte: soy libre, independiente y feliz. Hago lo que quiero, voy donde quiero, nadie me manda. Sería idiota si malgastara mi tiempo haciendo algo que no me gusta o no siento. Así que escriba lo que escriba, gordo o pequeño, lo hago volcándome con los 5 sentidos y disfrutando a tope. Luego el libro es un hijo con vida propia, se va, y ya no depende de ti que se venda o no, guste o no.
- ¿Qué opinas sobre esta situación en la que todos piensan dos veces (editoriales, escritores, lectores,etc…) a la hora de elegir un libro? ¿Ves algo positivo? ¿Crees qué estos tiempos están haciendo que solo los más “fuertes” del mercado sobrevivan?
Siempre se ha pensado dos veces a la hora de elegir un libro por parte del editor. Llevo en esto 40 años, y cada novela que hago pasa un examen, como si fuera la primera. ¿Qué os pensáis, que por ser yo me lo publican todo? Pues os equivocáis, ¡anda que no me devuelven libros ni nada! Que si no nos encaja, que si no nos gusta, que si tenemos algo parecido en la colección… En mi caso sé que si un editor no lo publica seguro que lo hace otro, u otro más, pero me han llegado a devolver libros cinco o seis editores, sobre todo por temas de riesgo (experimento mucho a veces) o de censura (no me corto a la hora del lenguaje o los temas, y hay mucho miedo a publicar según qué, como si fuerais tontos o hubiera que “protegeros”). Otra cosa son los lectores, que tenéis saturación de novelas, aunque eso es bueno. No creo que “sólo los más fuertes” sobrevivan. Eso no son más que frases rimbombantes. Sobrevivirán siempre los buenos, ni siquiera los mejores: los buenos, los que conozcan su oficio, sean honestos, no se corrompan, sigan su instinto, abjuren de las modas. ¿Que ahora hay crisis? ¡Jo!, ¿nadie se acuerda de la Gran Crisis del 73? ¡Aquello fue tremendo, no había gasolina para coches, dejaron de fabricarse discos, se duplicaron los precios de todo en pocos meses, y tuvo segundas partes en 1977 y 1979. ¿Cuando no ha habido crisis?
- ¿Podrías compartir con nosotros alguna anécdota interesante que te haya ocurrido con alguno de tus lectores?
Eso daría para un libro, porque son muchos años, demasiados. Tengo anécdotas casi con cada novela, con mis muchos viajes, con lectores, maestras, comentaristas… El personaje de Isa en “La isla del poeta” está inspirado en una de vosotras, es real. La historia de “Radiografía de chica con tatuaje” surgió de las lágrimas de una fan abrazada a mi y contándome su historia… Quizás la anécdota más curiosa fue la vez que, en Copenhague, Dinamarca, en 1974, cien fans me confundieron con una estrella del pop con la que estaba y me cayeron encima chillando. Luego, al ver que no era él, empezaron a pegarme, histéricas. Me salvó el conserje del hotel, sacándome chicas de encima. He estado a punto de morir seis veces (terremotos, atentados terroristas, paramilitares deteniéndome y llevándome a un paredón, accidentes de aviación…), pero esta fue la más increíble. En fin… que a lo mejor un día hago un libro sólo de anécdotas. Ahora podéis leer mis “Memorias” para conocer las literarias.
- ¿Se puede, hoy y en España, vivir de la literatura?
Si uno quiere ser médico o abogado, estudia esa carrera, le dan un diploma y ya está. Si quiere ser lampista o albañil, es un oficio, lo aprende, y ya está. Pero ¿cómo se hace uno escritor? No hay reglas, todos nos hemos tenido que buscar la vida como hemos podido, cada cual tiene su propia historia y experiencia. ¿Quieres ser astronauta? Hay poquísimos… pero un español, Pedro Duque, fue al espacio dos veces. Por lo tanto, ¿por que no puedes ser tú el segundo? Hay que intentarlo. Los sueños son para que ahora, en la adolescencia, vayáis a por ellos (los que tengáis sueños, porque hay muchos muertos andantes, zombies culturales). Claro que vivir de escribir lo consiguen muy pocos. En España habrá… no sé, 50, o 100, o menos. Pero de la misma forma que mi padre decía que e moriría de hambre y lo conseguí, alguien ha de seguir haciéndolo. ¿Es difícil? Pues sí. Pero ya está bien de materialismos. El dinero se gana disfrutando, poco a poco. Cada vez que oigo a un padre diciéndole a su hijo que estudie algo “con salida”, me dan ganas de gritarle: “¿Qué es tu hijo, una autopista?”. Hoy en día nada te asegura el futuro. Nada. Por lo tanto, con más motivo hay que arriesgarse por tu propia libertad.
- Pronto la Fundación Jordi Sierra i Fabra inaugurará su sede en Barcelona. ¿Qué podremos encontrar allí?
Será un centro cultural, biblioteca, aula… Un sueño. En la parte baja hay un salón de actos para unas 100 personas, con equipos de proyección, y la biblioteca general con libros donados por la revista CLIJ, El País, las editoriales y por supuesto los míos. En la parte de arriba, que no es sino una pasarela, estará la exposición permanente con todos mis libros y mis tesoros de toda una vida: las mesas en las que he escrito desde los 8 años, las máquinas de escribir utilizadas, mi tocadiscos de los 16 años, mis premios, recuerdos varios, fotos, paneles gigantes con mis entradas de conciertos históricos, posters, los originales de libros emblemáticos, los guiones escritos a mano, dibujos y novelas de cuando tenía entre 9 y 15 años. Nunca he tirado nada. Vais a poder verlo todo. Mi anhelo es poder dar clases gratis, enseñar, compartir, pero de momento me he arruinado con las obras, nadie me ha ayudado, todo sale de mis derechos de autor (y los libros que compráis, gracias), así que ya veremos. Hay que ir poco a poco. Si no se puede ahora será más adelante. Pero la sede ya estará, que es lo importante. Esperamos inaugurar en abril. Yo llevo 8 años sin dar charlas en colegios de España y volveré a darlas… pero en la Fundación, que incluirá visita guiada por el museo.
- ¿Cómo nació la idea de crear un concurso literario para jóvenes?
Lo pasé muy mal en la adolescencia. Es muy duro tener un sueño y ser el único que cree en él. Pero me aferré a ese sueño. Sabía cómo cumplirlo, estaba dispuesto a sacrificarlo todo y a no perder nunca el norte. Por eso siendo un comentarista musical famoso y teniendo cinco revistas y viviendo una fantasía junto a los grandes del rock, lo dejé todo para dedicarme exclusivamente a escribir mis novelas (podéis leerlo en mis Memorias recién publicadas por SM). De mayor me iba encontrando gente que tenía ese mismo sueño, con padres como el mío o las inseguridades propias de la edad. Y me dije: un día haré algo, hay que echar una mano. Como veis, no olvidé esa promesa. El premio lo único que pretende es animaros a escribir, daros un marco para que os lancéis a hacerlo y probaros a vosotros mismos. Por supuesto que gana uno, que publica su primer libro, y es importante, maravilloso, pero lo esencial es el todo, las cartas de ánimo que os mando, esas llamadas mías por teléfono a los 30 o 35 primeros para hablar con vosotros, lo que compartimos todos juntos. Sin motivación, no hay empuje. No quiero que se pierdan talentos. Cuando uno puede, ha de contribuir, hacer algo, donde sea, pero hacerlo, sin excusas. La falta de cultura ha llevado a este país al culo de Europa. El egoísmo, la envidia, la estupidez, no han de formar parte de nuestras vidas si nos sentimos y somos artistas. El maestro ha de enseñar al alumno, así ha sido siempre. Tanto el premio como la revista La Página Escrita llevan mi espíritu.
- Dentro de muy poco se conocerá al ganador de la octava edición de tu concurso para jóvenes escritores, ¿has leído los siete libros que fueron publicados gracias a tu esfuerzo y dedicación?
Si es así, ¿hay alguno al que guardes especial cariño?
He leído los siete libros, y algunos de los finalistas que intenté que se publicaran después de los premios (porque eso no lo sabéis, pero luego trato de que los editores se mojen, algo difícil porque sois menores de edad y no quieren saber nada de negociar con padres que se creen que sus hijos son ya Premios Nobel). Y sí, tengo incluso mis favoritos, pero eso es cosa mía, personal. No voy a revelar mis preferencias. Por eso tampoco soy jurado de mi premio. No podría, por ética. A muchos os conozco de los foros. El jurado es libre y soberano. Me atengo a las reglas.
- ¿Qué recomendarías a los jóvenes que se presentan a tu concurso pero no logran estar en Listas ni ganar?
Esto es muy delicado y complicado. Hace unas semanas me escribió una chica, desesperada, y me dijo: “Jordi, tengo 15 años y tres editores me han devuelto mi primera novela. Voy a dejarlo”. Bueno… le pegué una bronca (cariñosa) vía mail… ¿Primera novela? ¿15 años? ¿Dejarlo? Por Dios… ¿qué os pensáis que es escribir? ¿Creéis que esto es Gran Hermano, La Voz, cualquier programa de esos en los que sales y ya te haces famoso? Escribir es la vida, y la vida son años. Yo escribí un libro por año, sin dárselo a leer a nadie, aprendiendo, hasta que, lo he dicho antes, pude publicar. Si no hubiera hecho todos los libros anteriores, con 15, 18 o 20 años, jamás habría llegado a editar el primero. Sabía que necesitaba aprender. Si ahora, a vuestra edad, creéis que por no estar ni en una Lista de Honor ya no servís, os equivocáis y es que no habéis entendido nada. Precisamente en mi premio inventé lo de las Listas de Honor para que al menos 30 de los concursantes os sintierais importantes. Pero los que no llegan ni a listas… ¡no pasa nada! Alguno habrá que en el futuro, si entiende esto, será más importante que todos los demás juntos. Yo nunca gané ningún premio, nadie me llamó o me escribió, y me dio igual. Yo a lo mío: aprender, y se aprende escribiendo sin parar y leyendo sin parar. También hay algo que tenéis que saber: la mayor parte de los que están en Listas tienen ya entre 15 y 18 años, que es también el grueso de gente que manda poemas o relatos a la revista on line. Y la mayor parte de los que quedan por debajo de listas, están entre los 12 y los 15. Y es lógico. Por eso el premio tiene como techo los 18 años y en la revista he añadido la categoría de 18 a 21. Si alguno o alguna de vosotros ha mandado, por ejemplo, un libro al premio Plataforma Neo (tan parecido al mío aunque con su techo de 25 años), y trata de competir con personas de 22, 23, 24 años… va listo. Hay demasiada diferencia. Pero lo importante es que tengáis opciones, y que después del JSiF esté el Neo y después todos los demás. Para terminar: fijaos en el caso de Alba Quintas. En su primer año, Lista de Honor Plata, el segundo Oro y el tercero finalista y ganadora. Ese es el espíritu. Y si no hubiera ganado, sé que habría seguido escribiendo, sin importarle que un premio le dijera que su libro era el mejor ese año.
- A todos nos sorprendió muy gratamente el proyecto de La Página Escrita, ¿hace cuanto lo planeaste?
Cuando cree las Fundaciones, en 2004, decidí escribir el libro “La Página Escrita”, con mi método de trabajo para compartirlo con todos, y hacer una revista virtual de apoyo con el mismo nombre. El libro lo pude hacer y se publicó en 2006 (SM), pero la revista… no tenía gente, equipo, y menos dinero para colaboradores. Han pasado 8 años y en 2012 sí, llegó el momento. En Medellín primero éramos 3 personas y hoy somos 80, y en Barcelona ya tengo un pequeño equipo que trabaja gratis, todos amigos, el mejor diseñador de España, Alberto Monterde, que había sido Director de Arte de revistas como Lecturas; Hortensia Galí, ex directora de Súper Pop y muchas otras revistas… Así que por fin recuperé el proyecto, que ha salido exactamente igual a como lo planifiqué en 2004. Todo el mundo me dice que es un acierto, que no hay nada igual, que hacía falta, y lo sorprendente es que en estos años a nadie se le hubiera ocurrido. Ahora mismo hay cola de personas que quieren colaborar, por supuesto sin cobrar. Artesanía pura. Repito e insisto: es exactamente lo que idee entonces. Ha salido como la vi en mi cabeza aquellos días. Como veis: todo tiene su tiempo. Paciencia.
- ¿Qué tal te llevas con las nuevas tecnologías? La Página Escrita es una revista online y tiene su propio twitter, la Generación Jordilauriana también tiene twitter ahora, ¿veremos a Jordi Sierra i Fabra en twitter pronto?
Sé que aquí me llamaréis anticuado, pero tratad de entenderme: le tengo un gran respeto a mi vida y a mi privacidad. Ya fui famoso a los 25 años por mi vinculación con el rock. Iba a un concierto y a veces firmaba más autógrafos que los músicos. Odiaría irme a una isla y tener a un paparazzi pegado al culo, o que no pudiera estar tranquilo en el cine o cenando en un restaurante. Fui de los primeros autores en tener una web propia, en 1999. Y de los pocos que tiene foros, club de fans o como queráis llamarlo. Pero no voy a estar en facebuques ni twitters porque sólo me faltaría, con la de cosas que hago, tener que estar tuiteando y diciendo “Llego a Colombia”, “Estoy cenando”, “Llueve y me mojo”… Mi intimidad es mía, comparto lo que queráis en los foros, mi casa está abierta, pero la Red es un monstruo que hay que controlar. Tampoco me gusta esta simplificación del “me gusta esto” o del “tengo 123 amigos”. La directora de la revista ha abierto un twitter, con mi permiso, y da noticias mías, pero nada más. Si queréis saber de mí, en mi web está mi agenda (Encuentros y presentaciones) y en Noticias lo que me va pasando. Si no, me lo preguntáis a través de los foros.
- ¿Cuál dirías que ha sido el mejor consejo que has recibido como escritor?
Yo nunca doy consejos, no me gusta. No me fío de la gente que da consejos (son los primeros en no seguirlos, y además se ponen tan pomposos al hablar…). Pero sí, de joven me dieron uno y lo he seguido. A los 18 años se me ocurrió llevar un libro titulado “Sombras” a un editor. Imaginaos cómo era, con este título. El tipo me preguntó si era autobiográfico o inventado, y yo, pardillo, pensé que era mejor lo primero. Cuando se lo dije, me lo puso en las manos y me soltó: “Hijo, tú vida no le importa a nadie”. Y con los años en ninguna de mis novelas salgo yo… salvo en dos o tres, y siempre es para reírme de mí mismo (“El asesino del Sgt. Pepper’s”, “Mis salvajes rockeros”). Hasta mis “Memorias”, que no es una novela, siempre he quedado al margen. Curiosamente ahora mis editores me piden que novele mi infancia y mi adolescencia. Me resisto, aunque es probable que cualquier día caiga porque ahora empiezo a verle un sentido a contarla.
Bien, gracias por estas preguntas, y lamento la extensión de las respuestas, pero es que siempre me enrollo. La culpa es vuestra. Os quiero, os respeto, merecéis mi máxima atención, y este blog me parece un acierto. Si dentro de 50 años un Jordilauriano recibe el Nobel, seguro que hablará de esto y de estos días.
¡Paz y larga vida!
El Jordi
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3)
En 1997 cumple usted 50 años de edad, y los cumple siendo uno de los autores españoles más populares y leidos, sobre todo en el ámbito de la LIJ. ¿Que balance hace de su carrera como escritor de libros infantiles y juveniles?¿Balance? No es fácil cuando aún me siento como si estuviese comenzando, por mucho que mire hacia atrás y vea tantos años en las alforjas. Creo que más importante que mis 50 años de edad (26 de julio) son los 25 que cumpliré en octubre como escritor. Un cuarto de siglo de profesional en España, y viviendo de ello, sí es tiempo y mérito. A nivel de LIJ es distinto, porque fui “descubierto” en 1981 gracias al Premio Gran Angular, pero para mi escribir de un tema o de otro nunca ha sido lo importante, sino escribir en sí. Cuando empecé era un rockero que hacía novelas, luego fui un novelista que vivía el mundo de las estrellas del rock, y ahora soy un autor infantil y juvenil al que muchos descubren como “aficionado” a la música y que “también escribe para adultos”. Lo único que me ha importado a mi siempre es escribir, ser feliz haciéndolo, aprender, crecer, por eso me rio de las etiquetas (y sé que molesta mucho cuando a uno no pueden etiquetarle o encasillarle en algo concreto, porque entonces el personaje se escapa). Así que pienso que “mi balance” es positivo, optimista, vitalista. Me siento afortunado. Lo que sí me ha dado la LIJ por encima de todo es el contacto con el público a través de las charlas en colegios. Eso no se da en ninguna otra faceta de mi carrera literaria. Pero en lo que a mi respecta, lo más esencial es que sigo escribiendo igual, sin pensar en quien va a leerme. No hago específicamente libros para niños, jóvenes o adultos. Nunca bajo el listón. Es cada novela, cada tema, lo que marca el lenguaje, el ritmo narrativo o el estilo, y luego, cuando está la obra hecha, es cuando decido a qué editor se la envío. Todos mis libros juveniles son libros para adultos pero con personajes mayoritariamente jóvenes, y mis libros infantiles son historias de niños escritas con lenguaje igualmente adulto. Esa es mi única diferencia salvo contadísimas excepciones. Por lo demás, como dice la pregunta, sé que soy popular, y sé que soy leido, y me siento orgulloso de ello, pero hace 25 años era mucho más famoso, popular y leido a través de mi actividad en el mundo del rock, así que todo son facetas de una misma vida. Nada más.
¿Cómo valora el actual panorama de la LIJ en España?
No me siento capacitado para responder a esta pregunta, porque no leo todo lo que se publica, y aunque lo leyera, probablemente tampoco me sentiría un experto. Odio juzgar, y más a compañeros, o al mundillo profesional en el que vivo. Sigo pensando que España es un país con un talento nato para casi todo, aunque siempre salgan estrellas por esfuerzo personal, nunca por ayudas o planificaciones. Aquí cada cual se lo curra y se lo monta solo, como puede y como le dejan. No hemos de envidiar nada a los de afuera, pero nuestros editores aún van a Bolonia o a Frankfurt a comprar, y raramente pueden vender. Nadie les dice a ingleses o franceses, “Si no compráis también vosotros, no vamos a comprar nosotros”. Y así nos va. Veo grandes autores, pero nadie los conoce fuera. Otra cosa es el panorama en colegios, que ese sí lo conozco bien. Se lee más que nunca, muchísimo más que nunca, pero por imposición, muy poco por predisposición. Y también así nos va. A mi aún me da mucha pena oir decir a un chico o chica “Es el primer libro que he leido en la vida, y me ha gustado, ¿sabe? No pensaba que fuera así”. Claro que me da más pena oir decir a esos mismos chicos y chicas que “odian leer”. Me parece como si dijeran que se odian a si mismos, porque los libros están hecho de nosotros mismos, ¿verdad?
ENTREVISTA REVISTA CLIJ
ABRIL 1998
Tras celebrar su 25 años como escritor, sigue usted escribiendo, publicando y ganando premios a muy buen ritmo. ¿Que ha cambiado en su manera de entender el oficio a lo largo de estos años?
No creo que haya cambiado en nada. La ilusión es la misma, y también la pasión por aquello que amo. Tengo una mayor serenidad, escribo mejor gracias a la experiencia, pero sigo siendo el mismo y tengo las mismas motivaciones. Lo único que sí ha cambiado es mi entorno. Hace 25 años vivía en el mundo del rock y hoy ya no. Hace 25 años me pasaba el tiempo en Nueva York, Londres o Los Angeles y hoy lo paso en el Amazonas, el Tibet o la India. En la última década mi obra se ha vuelto más dura, abordo temas muy conflictivos, me sumerjo en ellos, pero eso es propio de una evolución personal y de estar metido en este mundo. Como contador de historias mi compromiso ha sido siempre firme y fiel, con la vida, con los seres humanos, con la naturaleza y muy especialmente con lo que siento. Sigo escribiendo lo que me place, cuando me place y como me place, denunciando lo que no me gusta y haciendo que mis lectores se enfrenten a si mismos como si mis libros fueran un espejo en el que ellos se reflejan. Supongo que me he vuelto poco grato para quienes creen que los libros infantiles y juveniles han de ser fáciles. Creo en lo que hago, así que no me importa.
¿Que características cree que debe tener la LIJ para interesar a los lectores?
Sinceridad, verdad, honestidad, no “vender motos”, no tomar a los niños y jóvenes por retrasados mentales empleando lenguajes falsamente “apropiados”, no creer que por decir dos gracias ya se habla como ellos porque no es eso (hay que sentir lo que se dice y meterse en su piel para saber como son y como se sienten), no buscar falsas moralinas, no criticar porqué sí sino con fundamentos, no hablar de lo que no se tiene ni la menor idea, aprender de ellos, recordar nuestra propia infancia o adolescencia, decir las cosas por su nombre… En fin, sería eso más o menos si no fuera porque no creo que haya una literatura infantil o juvenil. La gente va a al cine a ver “Secretos del corazón” o “Barrio”, películas con niños protagonistas, y que yo sepa no pone en la cartelera “película juvenil”. ¿Por qué en literatura aún se siguen usando esas etiquetas, impidiendo que los “adultos” lean las muy buenas obras juveniles que existen? Es absurdo.
¿Puede valorar el actual panorama de la LIJ en España?
Me remito a lo que dije a CLIJ en 1997. No soy quien para juzgarlo, porque ni soy un pedagogo, ni un maestro, ni un critico literario, ni leo todo lo que sale ni me considero tan inteligente como tener una opinión de este calibre. Sí puedo decir que respeto a todos mis colegas y que me consta que la mayoría trabaja muy en serio, ama lo que hace, y es fiel a sus principios, que es lo fundamental. Atendiéndome a ello, el panorama debería ser óptimo (aunque ahora todo el mundo se apunta al “carro” de la LIJ como si fuera una panacea, y así les va).