Crítica:
En los tiempos más oscuros de la Guerra Civil, en el fango de la derrota y la degradación física y moral de un país Jordi Sierra i Fabra sitúa a un héroe casi absoluto, un solitario Gary Cooper sólo ante el peligro con su vieja estrella de latón: Miquel Mascarell, el último policía de Barcelona.
Cuando las tropas republicanas y su aparato estatal huyen de la ciudad ante el empuje del ejército franquista, Mascarell se queda en la urbe incapaz de abandonar a su mujer, enferma. En esa situación se enfrentará a un caso que no interesa a nadie, la desaparición de la hija de una ex prostituta, que pasaría desapercibido entre el drama colectivo del conflicto civil, guiado únicamente por su conciencia, por lo que sabe que es correcto.
Sierra i Fabra demuestra oficio en una novela que bucea en el sentido del deber en momentos donde la razón, la legalidad e incluso la humanidad han sido derrotados y nos sumerge con precisión de historiador en una Barcelona derrotada que despide con una mano a sus defensores y aclama con la otra a los nuevos conquistadores, que quizá no son tan nuevos.
En su búsqueda de la muchacha, Mascarell entrará en los abismos a los que conducen el hambre y la guerra y descubrirá el verdadero rostro de las alimañas que se nutren de las desdichas humanas.
Una novela policíaca, clásica, llena de sabor negro y amargo. Cuatro días de enero se yergue como algo más que un entretenimiento de calidad enmarcado en un momento doloroso de nuestra historia reciente.
Argumento:
El 22 de enero de 1939 el Gobierno de la República abandona Barcelona dejándola a su suerte y a merced de Franco y sus tropas. Durante cuatro días, en medio de la huida hacia el exilio por parte de los vencidos, la ciudad se convierte en un caos fantasmal bajo el peso de la derrota, el hambre y el miedo. En este marco, el inspector Miquel Mascarell, que no puede huir a causa de que su esposa está enferma, se enfrenta al último caso de su carrera, el de la hija de una prostituta, una adolescente violentamente asesinada. En estos cuatro días, a pie por la ciudad desesperada, buscará a un asesino y descubrirá que los viejos fascistas escondidos están regresando a sus casa y a sus vidas, dispuestos a la venganza.
BESTSELLER ESPAÑOL(BE)- ¿Qué sentido tiene situar un crimen en mitad de una guerra fraticida, tiene sentido descubrir a un asesino cuando todos matan y mueren?
JORDI SIERRA i FABRA(JSiF)- Quise crear un personaje que, al margen de las circunstancias, o precisamente debido a ellas, mantiene su propia dignidad, que es todo lo que nos queda cuando el mundo se hunde a nuestro alrededor. Miquel Mascarell al comienzo no hace caso de la mujer que le pide que busque a su hija, pero cuando una muere asesinada y la otra aparece muerta, violada, reacciona como lo que es, como lo que siempre ha sido: un policía íntegro.
Mucha gente me ha preguntado si es posible que en ese contexto, alguien reaccione así, y he contado algo muy personal como prueba: hace un año me diagnosticaron un cáncer, a comienzos de verano. Acababa de empezar una novela, sólo había escrito dos capítulos. Pues bien, la mejor prueba de valor que pude darme a mi mismo fue continuar igual, mantuve el mismo ritmo de trabajo (siempre muy alto), y al acabar ese libro escribí los que tenía proyectados hasta octubre, que es mi época de empezar a viajar. La lucha (mental, no física) contra el cáncer duró seis meses y, momentáneamente, se ha superado. Al acabar 2007 me di cuenta de que era el año en el que más había escrito. Es decir, que cuando algo te acorrala, la única reacción posible es no perder la identidad. Yo soy escritor y escribí. Miquel Mascarell es policía e investiga su último caso. A lo mejor es que tampoco le queda otra cosa.
BE- ¿Cuál fue el origen de Cuatro Días de Enero?
JSiF – Mi padre murió 40 días antes de que lo hiciera Franco, y murió sin contarme nada de la guerra, de lo que hizo. Fue republicano, está claro, y al acabar se vio obligado a hacer la mili, tres años, en el bando vencedor. Es todo lo que sé. Ese vacío hizo que yo empezara a leer libros sobre el tema, y me fascinaron dos historias: la del oro de Moscú y la de esos cuatro días en los que Barcelona queda a merced de la entrada de los sublevados. Trataba de imaginarme a mi ciudad en ese momento, desolada. hambrienta, muerta de frío… Mi madre me contó que su miedo era que “la violaran los moros”, por ejemplo. González Ledesma me habló de sus recuerdos, de cómo mataron a su mejor amigo en el asalto a un almacén de comida (escena que sale en la novela). Llevaba la idea en la cabeza desde hacía más de 20 años: situar una historia en ese contexto. Por eso insisto en que no es una novela de la guerra civil, sino una novela policíaca ambientada en un marco histórico concreto, que es lo que la diferencia y le da carácter.
BE-¿Qué le fascinó de aquella Barcelona, de aquellos cuatro días de enero, para situar allí esta historia?
JSiF – González Ledesma me dijo, tras haberla leído, que era como si yo hubiera estado allí, porque mis descripciones, mi ambientación, no sólo es rigurosa sino perfecta. Un elogio impresionante viniendo de él, que vivió esos cuatro días. Como escritor a veces (bueno, casi siempre) no sé por qué hago las cosas, no soy tan listo como para poder saberlo o explicarlo todo. Lo siento dentro de mí, en la cabeza, el corazón y el estómago, y eso me impulsa a escribir. Por eso escribo tanto, sin parar, porque hago lo que siento, cuanto lo siento y como lo siento. Soy visceral, primario. No puedo responder al cien por cien a esta pregunta. Me fascinó… todo, no sé, la imagen de mi ciudad al borde del abismo, porque para ellos, los que perdían la guerra, era el fin. El fin absoluto. ¿Y alguien se imagina el poder de esa realidad?
BE-Esta historia es un policiaco de los píes a la cabeza, pero su protagonista Miquel Mascarell es casi más un héroe absoluto de western ¿Por qué un personaje de fuertes convicciones para adentrarse en un momento histórico donde las ideologías se derrumbaban en beneficio de la supervivencia, unos días sucios y alegales como pocos?
JSiF – Creo que ya he respondido a esto más arriba. Miquel es así porque lo requiere el tiempo, la circunstancia que lo envuelve, y porque quise crear a un ser íntegro aunque lleno de debilidades, como todos. Camina por la ciudad con dos balas que guarda para él y su mujer. Gasta una para salvar a una chica de morir. Y la segunda para hacer justicia. La última bala disparada en Barcelona antes de la derrota. Me gusta jugar con simbolismos. Pero también soy hijo del cine, veo una película cada noche antes de ir a dormir, en el cine o en mi vídeo, así que es posible que esa influencia del solitario contra todos se manifiesta muchas veces en mi narrativa.
BE- No es la primera vez que ambienta una novela en la Guerra Civil (así de pronto me viene Camarada Orlov a la memoria) ¿Por qué? ¿Volverá a ese hecho histórico?
JSiF – Camarada Orlov, que se llamó inicialmente El oro de Moscú, es la novela sobre el otro hecho histórico que me impactó al descubrir la realidad de la guerra civil. Un libro de misterio pero sustentado (y muy documentado) en hechos reales. Llegué a hablar con uno de los hombres que subió las cajas con las monedas de oro a los cuatro barcos que los llevaron desde Cartagena a Odessa. Aquella fue “una aventura”, la escribí hace 28 años aunque se editó mucho después. Cuatro días de enero en cambio es mi gran novela ambientada en la guerra. Y no olvidemos mi trilogía El tiempo del exilio (Planeta), sobre tres familias que viajan en el Sinaia, el primer barco con refugiados republicanos que salió de Francia rumbo a México. Es su historia, y la de los siguientes 40 años con sus hijos y nietos, primero en México pero después en Colombia, Cuba, Argentina, Chile… Ha sido mi obra más ambiciosa hasta la fecha, porque también repasa la historia de estos países y sus conmociones desde 1939 hasta 1977, cuando se legaliza el Partido Comunista en España y algunos regresan a casa. Ahora mismo no sé si volveré a hacer algo ambientado en la guerra, pero acabo de publicar Los fuegos de la memoria, un libro para jóvenes que puede leer cualquiera, y que habla de los 90.000 muertos enterrados en cunetas y fosas comunes en España y que la Ley de la Memoria Histórica no logra desenterrar. Es un libro de misterio, de nuevo, que sucede en el presente, pero que parte de un hecho sucedido en 1936.
BE- En sus agradecimientos cita a Francisco González Ledesma, uno de los más grandes del género negro en nuestro país… ¿Estamos viviendo una revitalización del género policiaco en español? ¿Son ahora más valorados los González Ledesma, los Andreu Martín y demás en el panorama literario?
RESPUESTA – En los años 80 se habló del “boom” de la novela negra y aparecieron un montón de colecciones… que luego tuvieron que cerrar. Yo cree entonces a mi personaje, Daniel Ros, del que hice tres novelas y luego se llevó a la TV a través de una película. En los 90 hice dos libros más de Ros y ahora aparecerá en Belacqva uno nuevo y se recuperarán estos dos en edición de bolsillo, porque los considero dos de mis obras más importantes. No tengo ni idea de modas, siempre voy a mi bola, ni sigo ninguna corriente salvo la de mi propio instinto. Mi mente es libre, no sigue pautas establecidas. Dicen que con Cuatro días de enero he “vuelto” a la novela policíaca. Pues bueno, son etiquetas, formas de decirlo, etc. Nunca la he dejado, y lo mismo pasa con Ledesma, Martín y muchos otros. También se dice que la ciencia ficción es un género maldito en España, que no vende, y yo no he dejado de hacer ciencia ficción cuando he tenido una buena idea.
BE-Usted es mundialmente conocido por sus obras infantiles y juveniles ¿Es muy diferente escribir para ellos que para un público adulto?
JSiF- En absoluto. No me pongo ninguna foto delante ni pienso en “mis lectores”. Yo escribo y punto. Pero si hago un libro de una hormiga que va de excursión, el lenguaje que me pedirá la historia será distinto al de una novela gorda con sexo y asesinatos. La historia me condiciona la manera, aunque incluso para niños mi lenguaje suele ser alto. A mí me han elegido los jóvenes como autor de referencia. Maravilloso. Eso es genial. Pero la mayoría de mis libros presuntamente “juveniles” no lo son para nada. Más de un editor me ha editado un libro en una franja juvenil sabiendo que ahí venderé más aunque el libro no lo sea en absoluto. Los temas que abordo son muy abiertos, y mi manera de escribir, directa, sin concesiones, sin paja, con diálogos constantes, puntos y aparte, ritmo, llega de manera muy fácil al lector. El lector joven, pues, lo agradece… y también los maestros, que saben que un Sierra i Fabra al menos es garantía de que no le tirarán en libro a la cabeza en un 95% de los casos.
BE-Sus libros para los más jóvenes suelen estar muy alejados de los idealismos sobreprotectores y muy cercanos a los problemas sociales que les rodean ¿Cree que la ficción puede mejorar las generaciones venideras?
JSiF – Sí. Hace 20 años empecé a escribir un tipo de narrativa realista, social, directa y muy dura, abordando los temas que a mí me preocupaban y que transmitía al lector. Eso fue cuando dejé el mundo del rock (era director y fundador de las principales revistas de este país). Pasé de viajar a Londres, Nueva York o Los Angeles con las estrellas a hacerlo por Asia, África y Latinoamérica. De ser un VIP a currarme cada lugar. Lo que vi marcó mi literatura. Pensé incluso que dejaría de vender libros, porque mis novelas se hicieron muy duras. Para mi sorpresa fueron las que más se vendieron y así comenzó esta etapa de mi vida. Pero no la busqué, surgió. Ni sigo en ella por el éxito, sino porque es lo que me sigue pidiendo el cuerpo. Si mañana me levanto y el cuerpo me pide que haga… lo que sea, lo haré. Soy libre, independiente, y muy feliz por ello. Desde los 8 años, cuando decidí ser escritor, y desde los 12, cuando acabé un libro de 500 páginas, lo he tenido claro. Y sigo siendo apasionado, romántico, el utópico posibilista loco por la vida y la literatura. En estos años he visto como miles de chicos y chicas han visto sus vidas cambiadas gracias a un buen libro, mío o de quién sea. Lo único que nos queda es la cultura, por Dios.
BE- Usted, a través de sus obras y de la labor de sus Fundaciones, demuestra un interés por el fomento de la lectura ¿Sigue siendo un problema en nuestro país? ¿Se lee poco y mal en nuestro país?
JSiF – La Fundació Jordi Sierra i Fabra convoca el Premio Literario para Jóvenes que lleva mi nombre, y en Medellín, Colombia, la Fundación Taller de Letras Jordi Sierra i Fabra está siendo parte del cambio de la ciudad, de la violencia a la cultura. Estoy muy orgulloso de ello. El año pasado me dieron el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil y eso me hizo feliz, pero más feliz me sentí cuando al acabar ese mismo 2007 en Medellín vi que hicimos 3.090 actos con 108.860 jóvenes. Medellín es la prueba de que la cultura es la clave de la vida. Y allí están ávidos de ella, de libros. Aquí vivimos en un país de nuevos ricos, el primero en consumo de cocaína del mundo, el primero de Europa en consumo de videojuegos, de los últimos en comprensión lectora o matemáticas… Eso preocupa. No sabemos transmitir la pasión por la lectura, que es el conocimiento de la vida. Leemos más que antes, más que nunca, pero siempre es poco. ¡Y benditos los maestros en los colegios, porque si no fuera por ellos…!
BE- Este blog lo leen muchas personas que sueñan con ser escritores ¿Qué consejo les daría desde su experiencia?
JSiF – Nunca doy consejos. No me fío de la gente que da consejos. Si uno quiere ser médico, estudia, le dan un diploma y ya ejerce. Y si quiere ser abogado o arquitecto, lo mismo. Pero no hay una “carrera de escritor”. Puedes ser periodista, estudiar Letras… pero nada más. Escritor se nace, y después… cada cual a currárselo, a buscarse la vida. Yo me monté mi película, trabajé seis años en una empresa de construcción, y como era fanático de la música y escribía bien empecé a hacer pinitos en revistas hasta que logré salirme y trabajar en eso. Nunca dejé de hacer novelas, pero durante años se me conoció como crítico musical. Cuando ya fui incluso famoso, lo dejé, y punto. Es decir, repito: me busqué la vida. Luego gané premios literarios (creo en ellos) y todo fue más fácil. Hace año y medio edité un libro, La página escrita (Ediciones SM), que es el “método Sierra i Fabra” para jóvenes (y no tan jóvenes). En él cuento todos mis trucos, técnicas, y es un libro entusiasta, que obliga a escribir. Mi consejo: que lo lean y decidan. En cuanto a mi experiencia… cada día aprendo, cada novela es la primera, cada circunstancia es un mundo. La experiencia, decía Wilde, es la suma de nuestros errores, así que si tengo “experiencia” es que debo haberla cagado mucho a lo largo de mi vida.
BE-¿En qué proyectos está trabajando?
JSiF – Nunca hablo de lo que no está hecho… y publicado. No vale la pena. Pero tengo libros entregados y por salir ya en 2009, 2010… Y sigo, sigo, sigo escribiendo. No sé hacer otra cosa (aparte de viajar, oír música y el cine, ¡hum!)
2008