R – Yo ya era un lector empedernido, devoraba sobre todo tebeos, pero también libros. A los 8 años atravesé una puerta de cristal y casi perdí la nariz, el brazo izquierdo, tuve cortes en cabeza, piernas… En el hospital, todo vendado, sólo tenía el brazo derecho, no podía leer. Para pasar el rato me puse a escribir “una novela” (tuvo 3 páginas). Mi padre la rompió diciendo que no hiciera tonterías. Es lo único que no guardo de todo lo que he hecho en la vida. Nunca más volví a enseñar nada a nadie.
¿Cómo te picó el bicho del rock?
R – Coño, ¿cómo no caer en eso? Yo era un melómano, escuchaba óperas porque no había nada más. Por radio sólo ponían flamenco o música francesa, italiana, mexicana… un coñazo. Mi primer maestro fue Igor Stravinsky y mi primera obra de cabecera “La consagración de la primavera”, eso a los 9 o 10 años. Pero a los 16 un día escucho “Twist and shot” y me quedo… Ahí cambió mi vida. Me iba cada día a pie al trabajo y a la escuela nocturna para ahorrar el dinero del bus y del metro, así me daba para un LP a la semana. Salían 10 y yo sólo tenía para uno. ¿Qué hacer? Me pasaba la tarde del sábado en una tienda, los escuchaba todos, elegía el mejor… pero los demás se me metían en la cabeza, y tenía una memoria de elefante. Un día vi que lo sabía casi todo y en lugar de novelas empecé a escribir de música. Así de fácil.
Tengo entendido que tus bandas favoritas son Beatles y Led Zeppelin. ¿Es cierto?
R – Los Beatles son los Beatles, mis dioses, pero reconozco que musicalmente nada puede compararse al Zeppelin de 1969 a 1975. Eso era mucha música. Mis grupos en los 60 eran Beatles y Hollies. En los 70 la tira, Zeppelin, los Purple, Emerson, Lake & Palmer, Génesis… Y entre los solistas mi dios es Bob Dylan, luego el Boss.
¿Cual fue tu primer contacto con Deep Purple?
R – Yo me dormía escuchando Radio Luxemburgo en un transistor. Ahí pillé “Hush”, su primer single. En esos días yo había creado un grupo de gente joven, Los Musicales, en Radio Barcelona. Nos sentábamos en primera fila y éramos los que entrevistábamos a los músicos que tocaban en vivo. Radio Barcelona me pidió que les representara en un concurso nacional de adivinar canciones. En las semifinales competí si no recuerdo mal con Zamora. Nos ponían un disco y el que antes dijera el nombre puntuaba. Yo me adelanté 9 a 3 pero entonces el contrincante empezó a ir más rápido (aunque me quejé de que Radio Madrid, donde estaba el control, le favorecía a él) y empatamos a 9. Era el disco decisivo. Entonces oí por los auriculares ese aullido que abre “Hush”, lejano, lejanísimo, y grité: ¡”Hush”, Deep Purple!. Fue apoteósico. Hubo quejas de gente diciendo que estaba amañado porque no se había oído nada por radio. Y es que el aullido era casi imperceptible y fue cuestión de menos de un segundo.
¿Cuál es tu banda favorita de la saga Purple? ¿Y el músico?
R – Yo he visto a todos. A los Deep y a los sucedáneos, ellos solos, etc. Con los que más disfrute fue con Whitesnake (antes de la etapa baladas). Les hice fotos memorables en el Donington Park del 81, momento en el que estaban increíbles, con dos guitarras excepcionales. Luego Rainbow. También hice un reportaje del que me sentí muy feliz con Ritchie Blackmore. Ritchie es mi DP favorito.
¿Qué te parece el panorama actual del rock?
R – No puedo responder a esa pregunta porque me faltan argumentos. Paso muchos meses viajando sin ver ni oír nada. Hablas con un electrónico y te dice que el rock ha muerto… No sé, yo defiendo que seguimos dentro de la Era Rock, porque todavía no ha habido ninguna ruptura significativa con el pasado como el rock hizo en los 50 con relación a lo que había antes. Pero valorar el momento sin estar dentro… No sería justo (aunque sigo pensando que una guitarra dándole caña es lo más de lo más)
¿Cómo era ser periodista musical a finales de los sesenta en España?
R – A finales de los 60 yo era un chaval que curraba 8 horas y estudiaba de noche. Aún así estuve entre los que fundaron El Gran Musical, que entonces era semanal y duró 25 años. En 1970 Joaquín Luqui pasó de Disco Expres a El Gran Musical, y los de Disco Expres me llamaron a mí, así que nos cruzamos. En mayo de 1970 yo lo dejé todo, el trabajo y los estudios, para dedicarme a escribir de música… sin renunciar a lo que de verdad quería: ser escritor, hacer novelas, viajar por el mundo. Por eso de hecho estuve tan poco en la onda, aunque es la hostia porque todavía hoy la gente me recuerda.
O sea que a fines de los 60 no había nada, y de 1970 a 1975 fue… Cada semana yo llevaba todos mis artículos (el 80% de Disco Expres) a un maquinista de tren que hacía la línea Barcelona-Bilbao, y le decía que en Pamplona se lo recogerían. Y nunca fallamos. Si una semana no hubiéramos llegado, Disco Expres no había salido. Y es que DE se imprimía en Pamplona. Hiciera frío o calor, había siempre alguien de la imprenta a las 6 de la mañana esperando el tren y el maquinista le daba el sobre. No era por ahorrar, es que no había mensajerías ni leches. Así que era duro, los discos salían 6 meses tarde, censurados, no había información, no había nada. Aún así mis famosas páginas centrales de Disco Expres creo que marcaron una época. Mi suerte es que era escritor, y con muy poco sacaba partido. Lo veo como un tiempo heroico.
En 1972 se edita tu obra “1962-72 Historia de la Música Pop”, todo un hito en este tipo de libros en España en ese momento. ¿Fue muy difícil que saliese ese trabajo? ¿Había una demanda para una obra de este tipo?
R – A fines de 1971 empecé a escribir el libro, que sería el primero que editaría yo. Por suerte ya era muy conocido, no tuve que llamar a una editorial. Pero me decanté por una desconocida por una razón: yo quería que el libro, por gordo que fuese, costase menos que un LP, y un LP valía 300 pesetas. Pensaba que yo mismo, entre un libro y un disco de quien fuera, me compraría el disco, pero si gastaba menos y aún me sobraba algo… Y el libro salió a 275 pesetas. Vendimos 40.000 ejemplares y fue un éxito porque no había nada. Fue el primer libro de música editado en España y eso causó conmoción. Ser el primero en hacer algo siempre te llena de orgullo.
En 1973 tomas parte en la fundación de Popular 1. Que nos puedes contar de esos orígenes y cual era tu relación con Martin J. Louis y Bertha.
R – Yo conocía a Martin y a Bertha, éramos amigos, íbamos al cine juntos los cuatro (mi mujer incluida). Al ser él fotógrafo y yo escritor, cuando me planteó hacer una revista con mucha imagen me apunté… siempre y cuando pudiera seguir con Disco Expres. Así nació en 1973 Popular 1, mensual, al comienzo sin nada que ver con lo que fue después. Poco a poco fue la revista de rock con fotos sensacionales que causó sensación (antes de que aparecieran las rivales, Vibraciones, etc,). Con el número 17 asumí el cargo de director ejecutivo y abandoné otras cosas para dirigirla. Pero cuando gané el Villa de Bilbao de novela en 1975 comprendí que yo era ante todo un escritor de novelas, que la música era mi vida… pero no tanto como lo otro, así que en febrero de 1976 dimití y prácticamente lo dejé todo. Seguí un poco haciendo un programa de radio, en Disco Expres hasta 1978, y luego ayudé a fundar Super Pop como despedida, casi como un reto. ¡Una revista para fans! Pues sí. Siempre me ha ido la marcha.
¿Mantienes alguna relación actualmente con Cesar Martin?
R – Yo le vi nacer. Entonces tenía otro nombre (no diré cual) hasta que él se lo cambió. Pero no coincidimos nunca. Por supuesto que le aprecio mucho.
¿En el tiempo que estuviste trabajando en Popular 1 coincidiste con Jordi Tarda ó Julián Ruiz? Si es así, ¿Qué recuerdos tienes de ellos? (o en su caso, de algún otro compañero que quisieses comentar).
R – Maticemos: a Jordi Tardá le di su primer trabajo yo, en Disco Expres. Somos amigos y como yo ya no estoy en eso nos vemos muy poco, pero antes, a veces, venía a mi casa a buscarme discos para sus programas de radio. Con Julián era otra cosa, era un cachondo. Escribía de fútbol, creo que en el Marca, y de ahí sacaba más pasta que con lo otro. Siempre nos reíamos mucho y estábamos enrollados con la música. Su programa “Plásticos y decibelios” era sensacional.
Tengo varios libros de la colección “Música de nuestro tiempo”. En su momento fueron toda una referencia para una generación de rockeros españoles. ¿Cómo los ves con la perspectiva de todos estos años?
R – En aquellos días estaba Jucar con su colección de libros, y yo no quise publicar ahí porque para sacar uno de peras a cuartos no me interesaba. Por eso hicimos Música de Nuestro Tiempo con dos socios más, y di rienda suelta a lo que me apetecía, aunque por ejemplo “Historia y poder del rock català” lo financié yo mismo, por narices, con los beneficios de los 4 primeros, ya que no querían editarlo mis socios. Por desgracia uno se mató y ahí acabó la colección. Cuando pienso en mí en los 70 me doy cuenta de que era un fan que escribía de música, un apasionado, nada más.
De hecho, en relación con la pregunta anterior, debo decirte que en mi pequeña biblioteca tengo más libros tuyos que de otros autores más “famosos”. Concretamente en su momento el libro DiscRockGrafias fue un libro de cabecera. Supongo que la reedición de este material está fuera de contexto dado que hoy en día puedes consultar todos estos datos por Internet. ¿Qué opinas al respecto?
R – Disc-Rock-Grafias fue otra apuesta loca por hacer un libro para los coleccionistas. Bueno, en general todo lo que escribí entonces vale hoy una pasta de segunda mano. Mi primer libro lo vi una vez a ¡30.000 pesetas! en El Rastro. Según el vendedor (estaba loco, seguro), era “un incunable”. Cuando supo que era yo me pidió una firma para venderlo más caro. No se lo firmé. Hay libros de Música de Nuestro tiempo que valen entre 50 y 100 euros aun estando hechos caldo. Pero hoy reeditarlos es imposible, y además yo no querría. ¡Eran malos!
En 1981 asumes el reto de la obra titánica Historia de la Música Rock, que se publicó por fascículos y glosa alfabéticamente los artistas más relevantes del rock a lo largo de seis tomos. ¿Cuánto tiempo te llevó prepararla? ¿Crees que es una obra valorada?
R – Cuando vi que ya no volvería al mundo de la música, quise hacer una despedida a lo grande, escribiendo, yo solito, la GRAN OBRA. Así que ahí nació lo de los 100 fascículos. Tardé 10 meses en escribirla toda y salió durante 2 años. Pero… lo que son las cosas, una década después me pidieron retomarla y hacer algo, y entonces cogí las biografías, las alargué, incluí las nuevas, y apareció la Gran Enciclopedia del Rock de la A a la Z, 100 fascículos más, de 1994 a 1996, que se publicó primero en Italia. También creía que era el testamento… pero en 2003 hice “La Era Rock”, para contar toda la historia a profanos y a mayores olvidadizos en un sólo volumen. Siempre creo que es lo último y…
¿En que momento das el salto de la narrativa musical a la general?
R – No hay un momento. Yo empecé con 8 años. Guardó en mi casa las novelitas (de 100 páginas) que escribí con 9, 10, 11 años. A los 12 hice una novela de 500 páginas (que también guardo) y ya no paré, tengo libros hechos con 16, 17, 18, 19 años… Al meterme en la música dejé de hacer novelas un tiempo, pero sólo un tiempo. A la que pude volví y en 1974 por fin hice la que sería mi primera novela publicada (que por supuesto ambienté en el mundo de la música, lo mismo que la segunda, con la que gané el Villa de Bilbao de Novela, y que trata del robo del cadáver de Gram Parsons)
Has cultivado multitud de géneros: juvenil, infantil, novela negra, poesía, ensayo… ¿Cuál es tu favorito, en cuál encuentra mejor tu voz?
R – Me llaman el Todo Terreno. Me da igual lo que escriba. Me gusta escribir, me va la marcha, salto de un tema a otro, todo me provoca, me excita, siempre me reinvento, pruebo cosas, no me estoy quieto ni me acomodo. He ganado premios literarios en casi todos los géneros en que me he metido.
Supongo que tienes un método de trabajo, ¿Podrías describirlo?
R – Es muy largo de contar. Por eso hice “La página escrita” (Ediciones SM), un libro en el que cuento todos mis secretos, trucos, como me lo planteo todo, mi sistema para haber hecho casi 400 obras, etc. Pero podría resumirlo en un par de ideas básicas: escribo siempre un guión minucioso (cuando viajo) y con el guión me despacho la novela muy rápido (en alguna de mis casas). Luego, por ejemplo, está la técnica, capítulos cortos, mucho diálogo… Nada: a leer “La página escrita”. Es parte de mi legado con la Fundación.
A lo largo de tu carrera has ganado más de 20 premios literarios. ¿De cuál te sientes más orgulloso?
R – Son ya casi 30, además de cien menciones, listas de honor, mejores libros del año y esas cosas. Me encanta competir. Nunca he ido a un premio por el dinero, sino por el morbo de ganarlo. Hasta ahora soy feliz por el Nacional y por haber sido nominado dos veces para el Nobel Juvenil, el Andersen, porque ser nominado por tu país es tanto como otro premio.
Asimismo tienes varios galardones no literarios, concretamente por proyectos humanitarios, supongo que de estos estás todavía más orgulloso.
R – No es de extrañar que Sting, McCartney, el Boss, Bono y tanta gente se meta en esas cosas. Lo que es raro es que lo haga un escritor. Pero es que yo soy un escritor rockero. Cuando viajas por el mundo y ves lo que veo yo, y te das cuenta de tu suerte, piensas ¿me moriré con pasta en el banco? Pues no. ¡Cuidado, no soy rico!, pero tengo la vida resuelta con lo que vendo. Aunque dejara de escribir, cada año mis obras “clásicas” se venden igual. Nunca he sido egoísta, quiero compartir las cosas con futuros escritores, de ahí el Premio JSiF para Jóvenes, y en el caso de la Fundación de Colombia, por ejemplo, dar una oportunidad a jóvenes que no tienen nada. Sólo la cultura nos salva de la mediocridad.
Has creado la Fundación Jordi Sierra i Fabra para ayudar a jóvenes escritores, ¿te ha dado muchas satisfacciones esta institución?
R – Me remito a lo anterior. Cuando en Colombia un niño de 7 años, descalzo, en su escuela rural, sin nada, me da las gracias porque gracias a nosotros lee libros… se te pone la piel de gallina. Si ese niño un día es feliz, trabajando, escribiendo o siendo presidente de su país, lo recordará. Los sacamos de una posible miseria humana, como guerrilleros o narcotraficantes, y les damos una esperanza.
Aparte de temas literarios y estos otros proyectos relacionados con tu fundación, ¿tienes otros proyectos en marcha?
R – Siempre tengo la cabeza bullendo de ideas. Lo que me falta es tiempo. En 2007 superé (momentáneamente) un cáncer. Eso te hace ver que el final está más cerca que hace 20 o 30 años y en mi caso te da más energía, más ganas de morir reventado, peleando hasta el último día.
Has superado los 9 millones de libros vendidos en España. ¿Cuál es tu obra más vendida?
R – Dicen que “Campos de fresas”, que ronda los 600.000 y superó el medio millón de “En Canarias se ha puesto el sol” hace 30 años.
¿De las menos vendidas, cual es la que crees a la que no se le ha hecho justicia?
R – Con todo lo que publico ni siquiera controlo lo que más se vende, así que menos lo que no se vende. Pero me hubiera gustado haber llegado a más ediciones “Mis salvajes rockeros” o “El regreso de Johnny Pickup”, mis dos mejores obras de ambiente musical, y las dos de humor.
Tu obra ha sido traducida a muchos idiomas. ¿Qué país o países han sido más receptivos a tus libros?
R – Toda Latinoamerica me quiere mucho, sobre todo Colombia, México y Ecuador.
También existen obras tuyas que han sido editadas en otros países y no en España, ¿no es esto algo extraño?
R – Es mi forma de devolver o darle algo a esos países que me quieren. No me basta con que lean lo que sale en España, les doy también obras originales e inéditas (por suerte escribo sin parar). Tengo un editor en Ecuador, dos en México, dos en Colombia, otro en Chile… Ha habido editoriales en España que han tenido que comprar derechos de novelas mías a esos países, y así ganan dinero, y me siento feliz. Durante décadas la jodida “madre patria” les ha estado chupando la sangre. Pues vale, yo pongo mi granito de arena para que las cosas vayan al revés. Es muy folclorico decir eso de “Yo les ammmo a ustedes”, y repartir besos. Vale, pues yo les amo pero nada de besos: libros inéditos, y el que quiera leerlos, que se los compre a ellos.
Muchas gracias de nuevo por tu tiempo.
R – Keep on rocking!