París (1998)

–¿Existe una literatura infantil y una literatura juvenil, diferenciada de la literatura para adultos?

–No creo exactamente en los conceptos literatura infantil y juvenil. Sí hay una lit. infantil por temas y por sus características especiales, pero en mi caso escribo siempre igual, con el mismo lenguaje y las mismas palabras. No cambio jamás. Es la historia la que me hace usar un tono u otro. En lo que respecta a lo juvenil, el 90% de mis libros “juveniles” los escribí sin pensar en ninguna edad. Es la editorial la que determina si el libro va a una colección de jóvenes o a una de adultos, o el mercado, que exige colecciones especificas y etiquetas para todo. Cuando un “adulto” lee un libro juvenil mío, por lo general, le gusta tanto o más que a sus hijos. Los entienden mejor.

–¿Cuando se inició en la LIJ?

–No escogí escribir de un tema o de otro, ni de un género o de otro, ni lit. infantil, juvenil o adulta. Soy escritor, y como tal, escribo lo que siento, cuando lo siento y como lo siento. Llegué a la literatura juvenil porque gané un premio juvenil con un libro adulto. Luego vi que ahí había un público que se entusiasmaba con mis novelas, y los editores las publicaron en colecciones juveniles. Eso es todo. De todas formas me encanta que me lean chicos y chicas. Creo que pueden aprender algo de mis historias, casi siempre positivas y llenas de esperanza. De ahí también que de cada diez libros, seis o siete en la actualidad tengan protagonistas jóvenes. Mis novelas de fantasía o ciencia ficción también encajan muy bien en este espectro de público.

–¿Adapta el vocabulario según el público o la obra?

–Nunca cambio el vocabulario. No sabría escribir para niños usando palabras fáciles y para adultos usando palabras más complicadas. Y aunque pudiera, no lo haría. El lenguaje es único, y mi estilo es único: es el estilo J.S. i F. Eso me distingue de otros. Es un sello de identidad.

–¿Cómo escoge los temas que trata en sus libros? ¿Se siente más cómodo en género que en otro?

–El tema lo determinan mis ideas. No tengo temas preferidos. Me dejo llevar. Puedo escribir de cualquier cosa siempre y cuando me excite, sienta que ese libro me está llamando y me vea obligado a plasmar en un papel lo que siento. No soy un autor de género. Yo soy un género en mi mismo, como se ha dicho recientemente.

–¿Sus obras son leidas en los colegios de España?

–Mis libros son libros de texto obligado en muchos colegios de España, y en el resto, se calcula que no hay un sólo centro actualmente en el que no se haya puesto al menos un libro mío en un curso en los últimos 15 años.

–¿Hay un “boom” de la narrativa juvenil Española a partir de comienzos de los años 80?

–No tengo ni idea. Mi primer libro juvenil se editó en 1981 y fue el Premio Gran Angular 1980. Así que en mi caso coincide plenamente con las fechas que citas. Hay una generación anterior, Vallverdú, Kurtz, Teixidor, y luego está la generación que por antigüedad encabezo yo, pero todo esto siempre me parece relativo.

–¿Debe haber dibujos en los libros de LIJ?

–En un libro infantil sí. En uno juvenil no. En España los juveniles no van ni ilustrados en la mayoría de casos (95%). Más de una vez yo he pedido a un editor que no ponga ilustraciones en un libro juvenil mío, para que no desvirtúe el texto y el lector tenga que imaginar a los personajes o las escenas.

–¿La política interfiere en la literatura?

–No lo sé. No estoy metido en estamentos políticos ni soy miembro de ningún grupo de presión, grupo de tertulias ni nada parecido. Siempre he ido a mi aire, soy un francotirador independiente. No me interesan las políticas, solo el arte.

–¿Piensa en quien va a leer sus libros?

–Yo considero a mis lectores como una prolongación de mi mismo. Yo estoy vivo y escribo libros vivos. Si el lector también está vivo, vivirá a su vez con mis novelas. De todas formas nunca pienso en el lector cuando escribo, sólo pienso en mi mismo, en que me guste a mi, aunque después, obviamente, quiera publicar, y ser leido, y gustar, etc. Quiero escribir para mi, y sorprender al lector. Si lo que hago no me sorprende a mi, no va a sorprenderle a él. El público no puede pedirle nada al creativo, debe esperar ser sorprendido. Se supone que el artista va por delante de su público. Yo mismo tengo ideas que entre pensar y escribir, tardan años en ver la luz, y cuando se editan son tildadas de “actuales” y rabiosamente testimoniales de mi tiempo. Eso quiere decir que cuando las pensé, iba cinco años por delante de mi tiempo. Ese es mi trabajo, ser innovador. El artista que hace lo que le pide el público, o su editor, o porque vende más de esto que de lo otro, no es artista, es un mercenario. Ser artista es adquirir un compromiso con uno mismo y no defraudarse a uno mismo. No se puede gustar a todo el mundo igual, así que hay que prescindir de los demás, aunque necesites que te editen los libros, y que alguien los compre y los lea, porque si no…

–¿El lenguaje debe controlarse en los libros infantiles y juveniles?

–Creo que no, pero…. mi concepto de la libertad es mucho más amplio que el de otros autores, e incluso que las editoriales que publican libros para jóvenes. En muchos casos, un libro con un simple “taco” es rechazado por un colegio. Yo creo que un profesor o padre es el que debe tutelar a sus alumnos o hijos, ya que los niños no van a la librería a comprar libros (por desgracia), y los jóvenes… tampoco es que lo hagan mucho. Pero si un joven entra en una librería por su propio pie para comprar un libro, es que puede leer cualquier cosa, tiene capacidad para entender y discernir.

–¿De que trata su obra en los años 90?

–Mis novelas en un gran tanto por ciento tratan en la actualidad de Realismo Crítico. Denuncio lo que veo, lo que me preocupa, soy miembro de Greenpeace, de Amnistía Internacional, de Médicos sin Fronteras. Me preocupa mundo el mundo, la gente, el entorno. Mis novelas reflejan lo que soy y lo que siento, lo que me preocupa. He aquí algunos ejemplos de casos que he abordado en estos últimos años:

El cazador – La lucha por la autoestima, el amor a la naturaleza y los animales.

…en un lugar llamado Tierra – El futuro, las máquinas, la relación del hombre con su dimensión tiempo-espacio.

Regreso a un lugar llamado Tierra – Las relaciones hombres-máquinas en el futuro.

El último verano Miwok – Las tribus indias de Estados Unidos, su extinción, su legado, su historia. El escritor y el niño que quiere serlo.

La balada de siglo XXI – La dureza del mundo del rock por dentro.

El último set – La honestidad en el deporte, jugar por amor, no por dinero o ser una máquina, el éxito a una edad temprana y lo que marca adaptarse a él.

Malas tierras – Transplantes de órganos, compañerismo juvenil, ambientes nocturnos.

La voz interior – La delación y el compañerismo en la adolescencia.

La estrella de la mañana – El primer amor y la diferencia de clases.

Campos de fresas – Las drogas de diseño como principal lacra de los 90. Tangencialmente, la bulimia, la anorexia, etc.

La memoria de los seres perdidos – La desaparición de recién nacidos en Argentina durante la dictadura, y el reencuentro actual.

Las alas del sol – Los refugiados del mundo, los seres desplazados por las guerras, la libertad en las más precarias condiciones.

Kaopi – Extinción tribus amazónicas.

Noche de viernes – Violencia urbana, alcoholismo, racismo.

Nunca seremos estrellas del rock – Violencia familiar, tribus urbanas, “okupas”.

Banda sonora – Relaciones padre-hijo, y en este caso, en el seno del rock y su mundo. Compañerismo.

El tiempo del olvido – ETA, la reconciliación posible.

El niño que vivía en las estrellas – Nuevas tecnologías y sus peligros

Noche de luna en el Estrecho – Paso del estrecho en patera, emigración clandestina del Tercer Mundo, racismo, intolerancia.

Seis historias en torno a Mario – La caída de un drogadicto.

Concierto en sol mayor – Los niños-genio y su universo.

La música del viento – Los niños esclavos del Tercer Mundo.

Retrato de un adolescente manchado – Violencia familiar, abandono, rivalidades de hermanos.

Un hombre con un tenedor en una tierra de sopas – La honestidad en los medios de comunicación unido a las matanzas en Chiapas.

Las chicas de alambre – El mundo de las tops models por dentro, y también la anorexia en el mundo de la moda.

El oro de los dioses – El dopaje en el mundo del atletismo.

–¿Que es para usted escribir?

–Para mi escribir es… todo. Hay una frase mía que se ha hecho bastante famosa. Dice así: “Para mi, escribir es el orgasmo continuo”. No hay mejor manera de definir el placer que siento al escribir cada día mis horas. Quiero vivir 100 años y morir escribiendo, porque eso significará que he llegado al fin de mis días lúcido, con ganas de hacer cosas, y sabiendo que aún tengo algo dentro de mi por sacar. Es una pasión brutal, convulsiva, obsesiva. Tal vez por eso sea el autor más publicado en España ahora mismo, y uno de los más leidos sin llegar a ser tan famoso como otros. En 25 años había vendido 5 millones de libros, he sido traducido a 17 idiomas, me leen en 40 paises… No está mal teniendo en cuenta que aún me quedan casi 50 años más de carrera hasta los 100.