por Anabel Sáiz Ripoll
Profesora Secundaria IES Jaume I de Salou y Doctora en FilologíaI.
© 1999
PUEDE VANAGLORIARSE DE SER EL AUTOR ESPAÑOL CON OBRA MÁS ABUNDANTE, CON MAS DE 200 TÍTULOS, LA MAYORÍA NOVELAS Y RELATOS PARA EL PÚBLICO INFANTIL Y JUVENIL, ESCRITOS A LO LARGO DE MÁS DE 25 AÑOS DE PROFESIÓN. EN EL ÁMBITO DE LA LIJ HA GANADO CASI TODOS LOS PREMIOS Y ALGUNOS EN MÁS DE UNA OCASIÓN.
HA ESCRITO SOBRE REFUGIADOS, NIÑOS ESCLAVOS, LA EXTINCIÓN DE LAS TRIBUS INDÍGENAS, ANIMALES EN PELIGRO DE EXTINCIÓN, TRANSPLANTES DE ÓRGANOS, LA VIOLENCIA, LAS DROGAS, LA INTOLERANCIA, EL RACISMO, LA EMIGRACIÓN, EL PODER DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS, LOS DESAPARECIDOS DE LAS DICTADURAS…, PORQUE HA ADQUIRIDO EL COMPROMISO DE DENUNCIAR AQUELLO QUE VE Y DE LUCHAR POR AQUELLO EN LO QUE CREE. HA PASADO DE SER UN ROCKERO QUE HACÍA NOVELAS A UN AUTOR AFICIONADO A LA MÚSICA. EFECTIVAMENTE, HABLAMOS DE JORDI SIERRA I FABRA, TODO UN FENÓMENO LITERARIO AL QUE DEDICAMOS ESTE PRIMER ESTUDIO, ESTA APROXIMACIÓN A LAS CLAVES DE SU LITERATURA.
UN ESCRITOR INCLASIFICABLE
Jordi Sierra i Fabra (Barcelona, 26-7-1947) es un escritor apasionado y apasionante que escribe desde que era un niño; pero que debe a la música rock su primera oportunidad. Se inició en “El Gran Musical” de la Cadena SER y durante buena parte de su vida ha dirigido e, incluso, fundado, algunas de las publicaciones musicales de más relevancia en nuestro país: “Disco Expres”,”Popular I”, “Top Magazine”, “Super Pop”… Ha sido profesional radiofónico con su programa “Semanario informativo de la música pop”. Su Historia de la Música Pop (1972) es el primer libro en España dedicado a este tipo demúsica. También ha escrito dos enciclopedias que lo han consolidado como uno de los máximos especialistas de la música pop: “Historia de la música rock” (1981) y “Gran Enciclopedia del rock de la A a la Z” (1993). Conoce muy de cerca a las estrellas del rock y se considera amigo de muchas de ellas; así la historia y la biografía de dichos artistas ocupa una buena parte de su vasta obra. Con cierta ironía, en alguna ocasión, recordando sus inicios, ha declarado: “Cuando empecé era un rockero que hacía novelas, luego fui un novelista que vivía el mundo de las estrellas del rock y ahora soy un autor infantil y juvenil al que muchos descubren como aficionado a la música…”(1). Por lo tanto, Jordi Sierra i Fabra se ríe de las etiquetas y huye de cualquier clasificación para su obra y su vida porque ambas están estrechamente relacionadas.
Jordi Sierra i Fabra, no obstante sus principios, ha sido siempre escritor y un escritor intuitivo, visceral, como él mismo reconoce, que se mueve con igual soltura por los géneros más dispares, desde la ciencia-ficción, a la novela negra, pasando por la poesía, el ensayo y la narrativa adulta, juvenil e infantil. Comentando esta capacidad suya, que puede llegar a desconcertar a la crítica, Jordi Sierra i Fabra nos dice muy claramente: “Desde que quise ser escritor, quise también ser libre, independiente, que nadie me gobernara, que nadie me dijera qué hacer ni dónde ni cuándo ni cómo. Por eso mi placer reside en escribir lo que siento, cuando lo siento y como lo siento. Si sólo escribiera libros de un género, me moriría de asco aún haciendo lo que me gusta, escribir. Por ello cambio siempre de registro. Soy curioso, aprendo mucho de mis libros, a veces me planteo un tema para aprender de él y mejorar como persona, ser humano ” (2). Jordi Sierra i Fabra fundamenta su vida y su obra en una serie de principios que, para él son básicos, como puede ser no escribir nunca por encargo y hacerlo por placer, aunque, eso no va reñido con el hecho de que viva de sus libros: “Vendo libros y gano dinero, perfecto, pero si escribiera sólo por el dinero sería un merecenario, y eso, para un viejo hippy como yo, esimposible” (3). Quizás, nuestro autor sea uno de los más premiados y reconocidos en la actualidad. Mencionemos, a modo de cierre de este primer apartado, estos premios: En 1975 recibió el Premio Villa de Bilbao por “La revolución del 32 de triciembre”, en 1979, el Premio Ateneo de Sevilla por “En Canarias se hapuesto el sol”, en 1981, el premio Gran Angular 1980 por “El cazador”, en1983, el Premio Gran Angular 1982 por “… en un lugar llamado tierrra”, en1990, Premio Vaixell de Vapor por “Un llibre monstruós”, en 1991, el Premio Gran Angular 1990 por “El último set”, en 1992 el Premio de la CCEI por, de nuevo, “El último set”, en 1992, el Premio Columna Jove por “El temps de l’oblit”, en 1994, el Premio Edebé de Literatura Infantil 1993 por “Aydin”, en1996 el Premio Joaquim Ruyra por “Concert en Sol Major”, en 1998 el Columna Jove por “L’or dels Déus” y el Vaixell de Vapor por “Les histories perdudes”, en 1999 el Premio de la CCEI por “Donde esté mi corazón” y el del Fondo de Cultura de México por “Historias de Medio Mundo”. Aparte ha sido finalista en innumerables ocasiones, mencionado otras tantas veces y traducido a más de 20 idiomas. Él escribe esencialmente en castellano, aunque también la hace con soltura y acierto en catalán, como prueban algunos de los premios mencionados.
LA CREACIÓN HA DE SER LIBRE
Jordi Sierra i Fabra es un vitalista, viajero incansable, cinéfilo empedernido y conocedor de la música de nuestro tiempo -“Es parte de mi vida,(…), sin ella la vida sería sosa y aburrida” (4)- y sabe, como nadie,empapar su obra de vitalidad y de energía. A Jordi Sierra i Fabra, que ya supera los 200 títulos publicados, se le va apoder comparar, sin duda, con Balzac o Simenon, al menos por la cantidad de lo que ha escrito. Él no se considera un genio, sino “un currante”. Jordi Sierra i Fabra ha rebasado con creces a los tres autores españoles de obra más abundante, hasta la fecha, Benito Pérez Galdós, Pío Baroja y Ramón J. Sénder. Como les ocurre a estos tres maestros, no todo lo escrito por Jordi Sierra i Fabra tiene la misma calidad. No todo son aciertos en su obra y eso es algo que él asume con naturalidad, como no podría ser de otra manera en un escritor tan polifacético y versátil: “Hay libros míos que con el tiempo pienso que no debí hacer, pero cuando los escribí sentí algo con cada uno, y si un editor los aceptó tendría sus razones. Lo triste es que recuerden má slos errores que los aciertos por parte de los que se creen en posesión de la verdad, los padres del bien y del mal” (5). Lo que no se le puede negar a Jordi Sierra i Fabra es la sinceridad con que encara los distintos temas y la energía que vierte en sus libros.Su obra impone respeto, y mucho, nada más comenzar por su número y su diversidad. Parece imposible que todo haya salido de la misma mano y parece imposible también que alguien vaya a poder valorarlo o comentarlo, al menos mínimamente. Ese miedo es el que quizás, hasta ahora, haya frenado a los estudiosos a trabajar su producción desde un punto de vista riguroso porque Jordi Sierra i Fabra es un escritor que se te viene encima, como un torrente, que te atrapa y te subyuga y no te deja indiferente, para bien o para mal. Quizás la inconsciencia me haya llevado a enfrentareme a esta tarea; aunque,sea cual sea el resultado, sin ninguna duda, ha valido y valdrá la pena leer a Jordi Sierra i Fabra, con independencia de cualquier valoración, por el mero hecho de gozar con la lectura. Eso ya sería suficiente.Sin embargo, cuando lo que se pretende es analizar una obra, y en el caso que nos ocupa más, la primera tentación sería la de echar un vistazo a las críticas y empezar a trabajar con ideas preconcebidas; pues bien, mi camino ha sido el contrario: empecé a leer, ni siquiera siguiendo un hilo cronológico y, cuando ya tuve mis propios criterios, leí lo que había dicho la crítica al respecto y, sobre todo, quise saber cuál era el sentir de Jordi Sierra i Fabra. Leyendo sus declaraciones o hablando con él se comienza a entender el porqué de esa obsesión cumpulsiva a la hora de escribir: “Escribir es mi pasión, y mi cabeza es un volcán en constante erupción. Por otra parte, sí, tengo facilidad para escribir, no lo niego, y no he de pedir perdón por ello porque para mí no es ninguna carga, al contrario, es una bendición (…). Pero una cosa es esa facilidad y otra muy distinta que preparar una novela me pueda llevar a veces muchos años de investigación y maduración” (6).
Sería un error que el adjetivo “prolífico”, aunque a Jordi Sierra i Fabra le gusta más “fértil”, nos impidiera acercarnos con sosiego a sus libros e intentar, de forma relajada y tranquila, entender sus historias y captar su esencia. Ante una producción tan extensa y variada se impone una mínima selección para no dispersarnos y acabar enredados en una larga lista de títulos sin vida.También, y es lógico, como decíamos más arriba, no todo lo que se escribe, dentro de una obra tan dilatada, ha de ser a la fuerza de primerísima calidad (lo mismo pasa con escritores con menos obra, no nos engañemos ni echemos mano a los prejuicios que confunden calidad con cantidad). “He cometido errores, -nos dice Jordi Sierra i Fabra-, pero son mis errores. La calidad no tiene nada que ver. (…). La vida es corta, y tengo demasiado que sacar fuera. Lo saco y punto. No obligo a nadie a comprar mis libros, me obligo amí mismo a escribirlos, que es lo que he de hacer como escritor con un compromiso formal con la vida” (7). Ésa es toda una declaración de principios de una persona que sabe qué quiere hacer y por qué. Se siente algo molesto, sin embargo, ante la incapacidad de valorar su obra o el afán de clasificarla o de etiquetarla, cuando él se confiesa un ente libre que huye, sin más, de esas ataduras: “… soy un escritor inclasificable y eso molesta mucho” (8).
VEHEMENCIA E INSTINTO
Las historias de Jordi Sierra i Fabra están llenas de vehemencia, derrochan fuerza, energía y honestidad. El escritor, a cada paso, nos contagia su esperanza y su fortaleza personales -“Hay tres palabras que definen mucho mi Libro de la Vida: honradez, respeto y esperanza” (9)- . Y es que Jordi Sierra i Fabra es un luchador nato, un “todoterreno” que no se para ante obstáculos y que, cuando algo le interesa, lo cuenta sin tapujos ni censuras porque “Detrás de cada libro, tengo una historia que contar, mía, personal, que luego a lo mejor ni sale en la novela, pero que a mí me ha servido de mucho .Siento la pasión de vivir muy dentro de mí y trato de exprimirla al máximo”(10). Su poder de comunicación es asombroso y se mueve como pez en el agua por los distintos terrenos de la creación literaria, desde el más puro ejercicio lúdico hasta el compromiso con su tiempo, sin dejarse los temas más candentes y duros de la actualidad (drogas, drogas de diseño, racismo, juventud desencantada…). Podemos afirmar que Jordi Sierra i Fabra está comprometido con su época de forma absoluta, total e, incluso, radical; de ahí su sinceridad arrolladora y esa curiosidad y visceralidad que le llevan a enfrentarse “in situ” a los problemas que le conmueven y le interesan y aplasmarlos, después, con agudeza, sensibilidad y energía en una novela: “Hay momentos en que no puedes evitar comprometerte porque te duele lo que sientes. Por esa razón he cambiado, milito en Greenpeace y Amnistía Internacional (…). Para bien o para mal, este es el presente y lo que mepreocupa ahora mismo (11). “Jordi Sierra i Fabra escribe porque le gusta y escribe lo que siente y cómo lo siente, sin preocuparle si será comercial o no. No escribe para jóvenes como tampoco lo hace para niños ni para adultos. Escribe para él mismo y para todos los públicos, porque disfruta haciéndolo, porque siente una historia que late y debe salir; pero no piensa en un lector protototipo a la hora de escribir: “Tampoco creo que exista la novela juvenil. Cuando escribo un libro no me planteo quien va a leerlo ni me pongo delante la foto de un adolescente. Sería absurdo. Lo escribo y punto. Luego puede leerlo cualquiera. Ninguno de mis libros juveniles creo que sean juveniles” (12). Si lo leen los niños, los adolescentes o los jóvenes, bienvenido sea; pero él no ha escogido los temas en función del público ni los ha edulcorado ni alterado; sus historias son de verdad, reales, y no sólo interesan a losjóvenes; es más, pueden y deben interesar por igual a los adultos porque en ellas se perciben, a menudo, esas vivencias lejanas que muchos adultos han olvidado y que Jordi Sierra i Fabra rescata del recuerdo. Esos sentimientos de unión hacia los adolescentes que nos harían comprenderlos porque nosotros también sentimos así. Quizás, después de todo, la esencia de sus obras es la necesidad de comunicación que todos llevamos dentro, pero que no sabemos cómo exteriorizarla. Y en la tarea o el empeño de mostrar que la esperanza es aún posible, está Jordi Sierra i Fabra desde que el año 80 ganara su Primer Gran Angular; desde entonces no ha cesado de tejer una de las obras más sugerentes y atractivas dentro de la literatura española actual.
LA OBRA
Un reproche frecuente que se le hace a Jordi Sierra i Fabra es que escribe mucho, demasiado y de todo. Parece como si molestase, como si el hecho de escribir hubiera de ser doloroso y causase quebrantos y quimeras y que cuanto menos se escribiera y más costase, mejor fuera la obra, cuando no tiene porqué ser así. La escritura no ha de ser oficio que haga sufrir; al contrario, puede ser la razón de una vida, el motivo que te lleve a levantarte por las mañanas: “Ser escritor no se escoge, te cae encima. En mi caso es un placer que no admite más justificación que la de estar, digamos, enfermo, porque vivo solo para lo que escribo, y ha llegado a ser una obsesión compulsiva”. (13). Jordi Sierra i Fabra está luchando contra el tiempo, contra su tiempo personal y terrenal, por eso escribe porque quiere contar el mayor número de historias y experiencias posibles, porque “Antes de morir quiero escribir todo lo que pueda, vaciarme” (14). Sin embargo, no vayamos a caer en la ingenuidad de que Jordi Sierra i Fabra escribe sin pensar, tal cual “se le antoja”; eso sería trivializar mucho su trabajo. La característica suya peculiar es que él piensa mucho la historia, la va acariciando en su cabeza, le da vueltas, la anota, hasta que, de repente, sale y fluye libre y sin trabas. Entonces, es cuando él empieza a escribir, pero detrás hay una buena labor de búsqueda, de recopilación, de trabajo: “Mi método de trabajo se basa en los viajes; puesto que yo viajo muchísimo; pues bien, a lo largo delviaje (en el hotel, en el avión…) voy preparando el argumento, el guión y un día me siento y escribo el libro de un tirón (puedo escribir un libro en una semana). Diría que soy rápido escribiendo y lento pensando” (15). Así podemos entender la peculiaridad a la hora de escribir. Como hacía SantaTeresa de Jesús, y nos nos alarmemos de la comparación -fue la Santa quien dijo que el Señor también anda entre los pucheros-, Jordi Sierra i Fabra “escribe como le sale” o “como habla”, aplicando la claridad y llaneza por encima de todo. Recoge la frescura de la oralidad en sus diálogos. La escritura continua para él es una escuela, un método de aprendizaje: cuando más escriba, mejor lo hará. Y eso es lo que le interesa: escribir mejor cada día.
Ya hemos dicho que su obra es inclasificable, pero en un intento de parcelar o, al menos, de ver la línea evolutiva de su obra, podríamos señalar dosgrandes momentos que se encadenan. Las novelas que Jordi Sierra i Fabra escribió y publicó en la década de los 80 son, por así decirlo, historias más novelescas, que siguen una trama de ficción. Son títulos como “El Cazador”, la trilogía de “El Ciclo de lasTierras”, “El último verano miwok”, “El joven Lennon” o “La balada de Siglo XXI”. A partir de los 90, debido a sus militancias personales, aborda otro tipo de temas más fuertes o comprometidos. No obstante, hablamos de evolución no de ruptura porque ya en sus primeras obras encontramos elementos de este realismo “crítico” que se acentúa en los últimos años. En la década que cierra el siglo, Jordi Sierra i Fabra nos ha alertado sobre problemas distantes a los nuestros, como pueden ser la desaparición de grupos o etnias ante el paso del progreso mal entendido. Es el caso de “Kaopi”. O nos ha hablado de los problemas de los inmigrantes marroquíes en “Noche de luna en en el Estrecho”; o de la explotación infantil en la India en “La música del viento”; o del conflicto vivido en Chiapas en “Un hombre con un tenedor en una tierra de sopas”; o de los problemas en un campo de refugiados en “Las alasdel sol” o del tráfico de bebés dados en adopción en la época de las dictaduras en Hispanoamérica, en “La memoria de los seres perdidos”. Pero también nos ha puesto cara a cara con nuestra realidad y ha hecho que nos tuviésemos que enfrentar a ella y, en algunos casos, conocerla de cerca. Nos estamos refiriendo a los desajustes de nuestra sociedad en torno a la juventud, puesto que, por un lado, se le brinda todo, pero por el otro le niega un lugar y le provoca, paradojas de la modernidad, desajustes de personalidad, ansiedades y problemas de todo tipo, dentro de un mundo donde todo parece poder trivializarse. Y aquí es donde la literatura de Jordi Sierra i Fabra dice basta. Los sentimientos nunca pueden tratarse de forma frívola. Basta, pues, a ese negocio que explota a los jóvenes desocupados y desencantados. Hablamos, sin ir más lejos, de “Noche de viernes”, “Nunca seremos estrellas del rock”, “Seis historias en torno a Mario” o “Campos de fresas”, por citar sólo unos títulos. Y tampoco se olvida de aspectos difíciles de nuestra sociedad como es el terrorismo y el entorno de ETA que aparece en “El temps de l’oblit”. Por último, para superar estos temas o cambiar de registro, Jordi Sierra i Fabra no descarta historias llenas de humor, divertidas que se leen por el puro afán de pasar un buen rato: “Los libros de Víctor y Compañía” o la serie del héroe galáctico “Zack Galaxy”, aunque en ellos también encontraremos, entre bromas y veras, críticas a nuestra sociedad.
EL ADOLESCENTE: CONFLICTIVIDAD
Los personajes adolescentes, masculinos, que retrata Jordi Sierra i Fabra aparecen muy nítidamente definidos y con unas características que los marcan muy de cerca. De ahí que dediquemos un apartado a analizarlos ya que resaltan dentro de su obra. Suelen ser chicos jóvenes (16, 17, 18, 19 años) que parten de una carencia inicial -sea algún conflicto con la familia, algún problema social o afectivo- y que quieren colmarla o superarla, a veces mediante la vía rápida -drogas o inhibición-; otras mediante el trabajo y la voluntad personal, el esfuerzo propio en una sociedad falsa que aparenta que todo es fácil y que está al alcance de la mano, cuando, en realidad, es un puro espejismo y el paro y la falta de recursos y oportunidades son la nota predominante. Son chicos de pelo largo, aficionados a la música rock -a menudo se identifican con ella, con sus canciones y artistas; otras veces idealizan los grandes conciertos de los 60 a los que ellos, por edad, no pudieron asistir; otras, al fin, es su medio de vida: muchos tocan la guitarrra-. A menudo recuerdan, de manera casi ritual, el concierto de Woodstock, celebrado los días 16, 17 y 18 de agosto de 1969. Y lo mencionamos aquí porque los adolescentes de Jordi Sierra i Fabra se sienten cercanos al espíritu de Woodstock, ya que significó, en palabras del propio autor, “el punto culminante de la libertad musical”. Fueron tres días de paz y de amor que señalan, en el recuerdo nostálgico, un punto de referencia importante para muchos de estos jóvenes. Así, pues, se autocalifican de románticos o se lo llaman los demás; pero el romanticismo al que se refiere el autor es, acaso, su mismo romanticismo, en el sentido de rebeldía, de la búsqueda de la libertad personal, del deseo de alcanzar o de fraguarse el propio destino, de encontrar un lugar en el mundo. Hay que destacar la pasión que todos ellos ponen en su vida, en sus proyectos, en sus relaciones sentimentales e, incluso, en los fracasos.
En “El último verano miwok” (1987), David, el adolescente protagonista, es un chico comprometido con su mundo, despierto, que ansía conocer a su padre y para quien el presente y el futuro lo son todo. El John Lennon adolescente protagoniza una de las novelas más leídas de Jordi Sierra i Fabra, “El jovenLennon” (1988). Ésta es una historia que podría calificarse como “los años de aprendizaje”, puesto que nos habla del embrión de lo que fueran Los Beatles. Jordi Sierra i Fabra no pudo conocer a John Lennon, pero siempre se ha sentido muy cerca de él, ha llegado incluso a considerarlo “su hermano”. En la novela nos cuenta la adolescencia del muchacho, su pasión por la música, sus principios, su rebeldía y la relación familiar que tanto le marcó. Hijo de padres separados, John vivía con su tía, y su madre, Julia trabajaba lejos y sólo iba a verlo de tarde en tarde. Eso creó un carácter especial en John y marcó para siempre su personalidad. Vicente Prats, de 17 años, es otro de los adolescentes característicos de Jordi. Protagoniza “Banda sonora” (1993) y lo conocemos cuando se propone cambiar radicalmente su vida. En un momento delicado para él. En primer lugar quiere dedicarse profesionalmente a la música (la hace ya en elgrupo X y Z) y le pide ayuda a su padre, al que hace mucho que no ve puesto que se separó de su madre. Muchos son los jóvenes, en la obra de Jordi Sierra i Fabra, que o no tienen padre o éste los abandonó o se separó de sus madres y estuvieron muchos años sin verlo. En la mayoría de los casos el reencuentro es positivo para el hijo y marca una línea en su vida, lo sitúa, por así decirlo, en el camino de la madurez -también hay padres negativos, como el de Tivi en “Nunca seremosestrellas del rock”, que la maltrataba o el de Ventura, en el mismo libro, aunque no es éste el retrato paterno más común-. La figura paterna es, generalmente, básica para los jóvenes trazados por Jordi Sierra i Fabra. En algún caso, incluso, como veremos, es un padre que ya murió, pero que su recuerdo atormenta o motiva a su hijo.
El encuentro entre Vicente y su padre, como ocurrió entre David y el suyo, por ejemplo, es positivo. Su padre es un antiguo rockero al que no ve desde hace años, pero conecta con él enseguida y se establece entre ellos una relación especial, pura química. Vicente, sin embargo, aprende él solo a equivocarse y a alzarse. “Banda sonora” es también una novela de aprendizaje, como “El jovenLennon”. “Las alas del sol” (1994) y “Temps de gebre” (1990) son dos títulos dedicados al mundo infantil y, aunque los protagonistas aún sean niños, ya comienzan a sentir los problemas y sentimientos de su adolescencia cercana. Los dos niños protagonistas también sienten muy cercana la figura paterna y buscan, de alguna manera, que sus padres se sientan orgullosos de ellos porque el padre, en ambos casos, es su punto de referencia. “El tiempo del olvido” (El temps de l’oblit, 1993) es la novela a la que nos referíamos hace un momento. En ella, el recuerdo del padre asesinado por un terrorista, impulsa a Carlos a seguir la pista para tratar de encontrar al asesino y matarlo. Es una novela especialmente delicada por el tema que trata; pero aquí nos interesa, de momento, la figura del joven. Carlos llega al País Vasco y conoce a Tetxu, el hijo del hombre que mató a su padre por error hace ya 10 años. Entre ambos se establece una relación de amistad que es un sentimiento mucho más fuerte que el odio que pueda sentir Carlos. Tetxu, en este caso, sería el ejemplo de adolescente, aficionado a la música, con un pasado que superar y una relación especial con su madre.
Las madres son otro elemento clave en la obra de Jordi Sierra i Fabra. A menudo son madres solas que han tenido que sacar a sus hijos adelante; otras veces son madres un tanto amargadas por la separación que han vivido y transmiten ese sentimiento de frustración a los hijos que intentan superarlo y conocer la verdad. Las madres, sin embargo, también, cuando se habla de una unidad familiar estable, son abnegadas, sufridoras, llenas de ternura hacia sus hijos. Pero sea como sea, igual que le ocurría a John Lennon con su madre Julia, todos los jóvenes de Jordi Sierra i Fabra sienten un afecto especial hacia sus madres, tanto que, incluso, serían capaces de matar por ellas (La estrella de la mañana, 1996) o de perdonarles la mentira (Estela admite el afecto hacia su madre adoptiva, mientras que guarda un rencor sordo hacia su padre, en La memoria de los seres perdidos, 1998). A menudo estos adolescentes se sienten desorientados, como Mariano, Ismael, Lázaro, Serafín y José Luis, los amigos de “Noche de Viernes” (1993), cada uno con su soledad y sus problemas a cuestas. En esta novela, como en otras, Jordi Sierra i Fabra aborda el tema de la conflictividad íntima de la evolución a la madurez con los problemas sociales y sentimentales que la rodean. “Malas tierras” (1994) es un nuevo caso de confusión juvenil. Cristo y Toni están enamorados de la misma muchacha, Cati, estudiante de veterinaria, responsable y juiciosa. Cristo es el típico joven que ya empezamos a conocer (pelo largo, toca la guitarra) y Toni es un caso paradójico puesto que manifiesta un pacifismo a ultranza, pero va a ir a la mili al día siguiente porque su padre es militar y así lo ha dispuesto (de nuevo la figura del padre como decisiva para el futuro, en este caso un padre rígido y severo). Ventura, 19 años, personaje central en “Nunca seremos estrellas del rock” (1993), es un buen lector, aficionado a la música y al cine, pero por un problema relacionado también con su padre -un hombre violento que maltratabaa su madre y al que Ventura tuvo que matar, aunque eso lo sabemos al final- se ve envuelto en una espiral de robos y violencia y vive un momento durísimo que también lo pondrá frente a la madurez y le dará una última oportunidad. Ventura no busca la aventura, sino que huye de sí mismo, de su problema familiar.
Mario es otro ejemplo de desajuste familiar y social en “Seis historias en tornoa Mario” (1995). Mario, 19 años, es el menor de tres hermanos y es el que h avivido una infancia y una adolescencia más especial, muy mimado por su madre. Mario crece en una familia que va mejorando económicamente y se aprovecha de ello. Acaba enganchado a las drogas y muere de sobredosis y lo triste del caso es que nadie tiene la culpa, pero todos pusieron su grano de arena para que Mario fuese, paulatinamente, desencantándose de la vida. Fernando, en “Retrato de un adolescente manchado” (1997), es un ejemplo de rebeldía con causa puesto que ha sido acusado de asesinar a su madre, o aquien le ha hecho de madre todos esos años, lo cual no es cierto. Fernando, gracias a su abogado, va enfrentándose al pasado y aprendiendo a encontrar un lugar en el mundo. Isaac en “Un hombre con un tenedor en una tierra de sopas” (1998) vive una aventura en Chiapas que marcará el resto de su vida sólo porque quiere conocer la verdad -vemos que la verdad es un valor básico en todos estosjóvenes- acerca del suicidio de su hermano, un periodista de los más célebres del momento.
Hasta ahora hemos hablado de muchachos, que son los personajes más frecuentes en la novelística de Sierra i Fabra, pero también podemos aludir a las jóvenes, a las adolescentes, contrapunto para esos personajes. No obstante, hay muvhas novelas en la que la mujer adolescente es también la protagonista indiscutible. Hablo de “El último set” (1991), de “La voz interior” (1997) y de “La memoria de los seres perdidos”. En la primera, Virginia Paz acaba de ganar en Roland Garros, pero se encuentra en un momento difícil de su vida, está desorientada, y decide esconderse en casa de su abuela, una tenista retirada. Allí reflexiona y con la ayuda de las nuevas personas que conoce, decide seguir adelante; pero pone sus propias condiciones a su padre, teniendo a su madre y abuela como aliadas -véase la recurrencia de la figura paterna-: ella quiere jugar y pasarlo bien, no morir en el intento. En” La voz interior” el personaje es femenino en su totalidad ya que transcurre en un colegio de alto nivel para chicas regentado por monjas. Las chicas que se ven envueltas en la trama muestran cada una sus flaquezas y sus intereses. Hay un buen análisis psicológico de estas 5 chicas amigas, con sus miedos, dudas y vacilaciones. Por lo demás, y ya para cerrar este apartado, el papel de las chicas es decisivo en la evolución de los personajes masculinos. Todos ellos tienen novia o alguna relación especial o encuentran a alguien. Tetxu tiene novia, Mario también, Vicente también -aunque rompe con ella-, Ventura tiene a Neus, pero conoce a Tivi, una okupa que le hará cambiar de ideas y así con todos ellos. En general, el papel de la mujer adolescente es secundario, salvo excepciones, pero tiene capital importancia porque con su afecto, su ternura y su comprensión arropa al personaje masculino, lo ayuda, lo proyecta hacia adelante. Es como si la mujer fuera mucho más madura que el hombre y le fuera indicando, con amor y constancia, el camino.
Evidentemente, el amor, como sentimiento total, aparece en muchas de estas historias. Jordi Sierra i Fabra no esconde los aspectos sentimentales y los descubre con lirismo, a menudo, como no podría ser de otra manera en un vitalista como es él: “Soy una persona sentimental, emotiva, romántica, que cree en el amor y, por lo tanto, creo en todo lo relacionado con ese amor (…). En mis libros no hay grandes dosis de sexo, no es necesario, pero los personajes son reales, están vivos, sienten cosas… exactamente igual que nosotros ” (16). El amor, pues, es un tema básico en sus historias, pero no suele ser el desencadenante, salvo en “La estrella de la mañana” (1996). Ésta es una auténtica historia de amor entre Beatriz, de clase social alta, y Joma, muchacho de clase social inferior, pero con mucho talento para el dibujo, procedente de una familia desestructurada, con el padre en la cárcel y una madre que sufre malos tratos del hombre con quien vive. El amor entre ambos es superior a cualquier otro impedimento. Vemos, pues, que los personajes de estas novelas no son de una pieza, sin fisuras, sino que van cambiando, como seres reales, a lo largo de sus peripecias vitales. Virginia madura en casa de la abuela, Carlos renuncia a sus propósitos por amistad, Estela decide irse de casa y empezar de nuevo, Joma opta por prepararse para el futuro, Vicente se esfuerza por superarse, Ventura está al punto de caer en un pozo sin fondo, … y también les ocurre lo mismo a los niños, Óscar, en “Temps de gebre” (1990) va a pasar el verano a casa del abuelo, mientras sus padres deciden si se separan o no y Óscar que,en principio se encuentra desplazado, acaba sintindiéndose uno más en el pueblo, asumiendo responsabilidades y entendiendo a sus padres.
TÉCNICA NARRATIVA Y ESTRUCTURA
Las novelas de Jordi Sierra i Fabra suelen ser ejercicios minuciosos de composición. Trabaja mucho la estructura y se fija en aspectos importantes como son las técnicas narrativas. Sabe utilizar con destreza el tempo-lento,el flash-back, el perspectivismo, el monólogo, el soliquio y otra serie de procedimientos que no le impiden que, a menudo, eche mano del narrador omnisciente. Comentemos, sin embargo, algunas de sus novelas desde el ángulo de la construcción. En “El cazador” (1981) organiza la historia en torno a cuatro apartados, con clara base alegórica: -Primer signo: La noche anterior -Segundo signo: El Camino -Tercer signo. La caza -Cuarto signo: Los enemigos. Todo contado en 110 capítulos cada vez más breves que nos sitúan ante una de las características esenciales de la obra de Jordi Sierra i Fabra: el estilo cinematográfico. Sus capítulos son como secuencias que se van precipitando hacia un final condensado y rápido. Sigue un clímax ascendente -es la historia de un cazador que quiere cobrar su última presa viva- y, al final, se precipita hacia un climax que libera de la angustia contenida al lector a lo largo de toda la aventura personal del cazador. En “El último verano miwok”, David, a quien ya conocemos, recuerda su último verano con un indio miwok y con su padre, tras 10 años sin verse. Recuerda el pasado más remoto: la separación de sus padres cuando el tenía 7 años y el reencuentro en Estados Unidos con su padre a los 17 años. Está escrito en dos momentos: el tiempo del narrador en 3a. persona, que quizá sea Pablo, el padre, y la novela que escribe-, y el tiempo de David, en 1a. persona quien, desde el pasado -11 años ya-, recuerda ese verano especial. El presente y el futuro se muestran como realidades frente al pasado que ya no es neceaario o, al menos, no para autojustificarse ni pedir perdón. Jordi Sierra i Fabra sitúa la novela en los años 70, aunque se publicó en 1987 y la escrutura como si fuera una sinfonía en 9 movimientos.
“La estrella de la mañana” está narrada en 3a. persona, a base de episodios breves y mucho diálogo. El diálogo ágil, real y vivaz es uno de los rasgos de estilo de nuestro autor. “Campos de fresas” (1997) se organiza en torno a distintas secuencias. Es comosi fuese una partida de ajedrez, ya que Lucy, la chica que está en coma por haber tomado drogas de diseño, es una gran jugadora de este deporte y ella, en ese coma, va estableciendo algunas de las jugadas que le van a devolver la vida. Los distintos personajes, sus padres y hermana, el policía, el periodista que escribe un artículo sobre el caso, su novio, los amigos, el camello, la amiga bulímica, todos se van moviendo en torno a Lucy. Ella piensa en 1a. persona, mientras los demás lo hacen en 3a. persona. Es una historia muy ágil, con mucho diálogo y acción. A Sierra i Fabra le gustan las historias de personaje múltiples. “En Seis historias en torno a Mario” (1995) ocurre algo similar en cuanto a estructura. Seis personajes cuentan seis historias acerca de Mario: su madre hasta los 12 años, su padre hasta los 16, su hermano mayor hasta los 17, su hermana mayor hasta los 18 y su novia hasta los 19. Es un buen ejemplo de perspectivismo. Alterna la 1a. persona (cada personaje inicia su reflexión así) con la 3a. persona. En el epílogo Mario piensa y, en su mente, se despide. No ha tenido tanta suerte como Lucy. En cuanto al orden de loscapítulos sigue una cuenta atrás, puesto que Mario se está muriendo: va del 84 hasta el final. ”
“Noche de viernes” (1993) es otro buen ejercicio de perspectivismo. Alterna de nuevo la 1a. persona con la 3a. y cada personaje recrea sus pensamientos y, en el libro, se destaca con una tipografía distinta. Es un relato que empieza con un ritmo lento, pero que acaba en un desenlace rápido e inesperado. Podemos afirmar que aquí el behaviorismo es la técnica dominante. El autor deja a sus personajes moverse libremente y él se limita a recoger palabras y movimientos. “Malas tierras” (1994) vuelve a concentrar a distintos personajes. Es una trama, nuevamente, que se precipita hacia el fin. Como si el destino manejase todos los hilos necesarios para que María pudiera recibir el corazón que necesita para vivir y que, precisamente, fuese Cati, la más inocente, quien se lo donase. La estructura está trabajada en tres partes (El Concierto, La noche, El Alba) y un Prólogo. Cada parte está divida en momentos, como flashes, que van numerados; excepto los que atañen a María que marcan las horas de la cuenta atrás (desde Madrid, 18 horas… hasta Madrid, siete horas y quince minutos) y las de Leonardo, el adulto sin motivaciones que provoca el accidente, que llevan una inicial del alfabeto de la A a la J. “Malas tierras” entrelaza tres historias diferentes y aporta descripciones exactas, que responden a la técnica fotográfica, de los escenarios y ambientes de lospersonajes. Jordi Sierra i Fabra especifica los cambios de lugar y de hora para involucrar más al lector. Los diálogos de los jóvenes están llenos de formas coloquiales, aunque la novela, en general, está muy bien escrita, con un estilo cuidado y centrado en los escenarios y ambientes que quiere describir. “El último set” (1991) se estructura como si fuese un partido de tenis y mezcla el mundo del deporte con las pasiones del propio autor: el rock y la escritura, aunque sin olvidar el espacio reflexivo. Así, se reproducen fragmentos del diario de Virginia y de la historia que escribe acerca de una figura del rock fracasada.
“Banda sonora” (1993) se nos muestra como un relato lineal con elementos autobigráficos. Quizá en este título se concentren muchos de los recuerdos de Jordi Sierra i Fabra relacionados con la música rock. Se divide en 46 capítulos y está escrito en 3a. persona. Es un libro de lectura ágil puesto que abunda el diálogo. “El tiempo del olvido” (1993) vuelve a ser un relato lineal, escrito en 3a. persona. “Nunca seremos estrellas del rock” (1995) presenta mucha mayor elaboración. La acción transcurre en dos días, entre Gerona y Barcelona, y el libro se escribe en 3 tiempos: -la aventura exterior (3a. persona) -la aventura interior (1a. persona) -la acción externa. Estos tres tiempos aparecen escritos con distinta tipografía. La lengua empleada es coloquial y el ritmo externo es preciso y rápido. Nos encontramos ante una novela de aprendizaje que señala el viaje de Ventura como un símbolo que lo hará reaccionar y madurar. El perspectivismo es, pues, notable con ese punto de vista múltiple que acabamos de señalar. “El niño que vivía en las estrellas” (1996) está escrito admirablemente, con transparencia y dando siempre el contrapunto del médico psiquiatra y la peripecia por hallar la verdad de ese niño que parece caído de las estrellas. Se divide en dos partes y un epílogo. Vamos observando que a Jordi Sierra i Fabra le gusta mucho remarcar sus historias mediante prólogos o epílogos, casi siempre. A través de ellos participa más activamente en la trama, resolución de su historia y conecta con el público lector.
“La música del viento” (1998) está escrito en 1a. persona, siguiendo el procedimiento del flash-back, puesto que quien lo escribe recuerda una historia ya pasada. Para terminar con esta aproximación merece la pena citar dos libros, “La balada de Siglo XXI” (1989) y “El asesino del Sgt. Pepper’s” (1994) porque ambos llevan a su estructura la pasión musical de Sierra i Fabra. El primero está escrito en primera persona y estructurado como si fuera dos discos: Disco 1(cas A y B) y Disco 2 (caras C y D). Incluye también notas de prensa y cierto perspectivismo en torno a las vidas de los cuatro componentes del grupo “Siglo XXI”. El segundo libro es una historia de intriga, con elementos de novela policiaca que está escrito en 1a. persona, como si fuera el propio Jordi Sierra i Fabra; en realidad lo es: protagoniza la historia de ficción. Pues bien, la escrutura sigue otra vez la forma de un disco: Cara A y cara B y cada capítulo se inicia con una canción de los Beatles del disco en cuestón, “Sgt. Pepper´s”. La Cara A es más reposada, cómo se van enredando los acontecimientos. La Cara B es la resolución del caso. Es un libro muy interesante dentro de la producción que nos ocupa porque conjuga, por un lado, la afición de Jordi Sierra i Fabra a los Beatles, con la novela policiaca y temas relacionados con su vida: el mundo del rock, de la radio y los amigos relacionados con este entorno (con nombres y apellidos).
EL PAPEL DEL ESCRITOR Y OTROS PERSONAJES
Queremos dedicar un apartado, aunque sea breve, a la figura del escritor en la obra de Sierra i Fabra puesto que notamos que es recurrente y que siempre aparece con unas características muy definidas. En “El último verano mikow”, Pablo Lafarga es un escritor compulsivo que, como el propio Sierra i Fabra, no corrige nunca y derrocha energía y pasión. Ernesto es el escritor mayor de “El último set” que tiene unas ideas muy claras y ayuda a Virginia a encontrar de nuevo la orientación en su vida. En “La voz interior” hay continuas referencias a un escritor que fue al colegio a darles una charla y les habló del compromiso que debían adquirir con la vida y lo hizo con pasión y vehemencia. En la serie “Víctor”, en el libro “Noticias frescas”, Víctor anda en las nubes todo el día porque un escritor les ha hablado en el colegio y a él le ha dado la pista de organizar un periódico. Acaso el escritor protagonista de “Un llibre monstruós” (1990) sea el más divertido de todos ellos. Roc es un escritor famoso que vive en un país imaginario y recibe el encargo de escribir una novela terrorífica. La escribe y se asusta él también. Sueña y despierta con todas sus criaturas de terror a su lado que no quieren ser así y deciden escaparse. Las busca por toda la ciudad y, tras múltiples peripecias, las encierra de nuevo en el libro. Roc es un escritor de éxito que también escribe de manera convulsa.
Vemos, pues, que la figura del escritor como ser que puede ayudar o desencadenar sentimientos es básica en la obra que estamos analizando y Jordi Sierra i Fabra, no nos cabe duda, se proyecta en estos escritores a los que imprime su propia fuerza y espíritu. “Nadie -nos dice- vino nunca a mi colegio a decirme nada, y siempre pensé que si podía, me gustaría hacerlo yo, para que el público más joven viera que el escritor es un tipo de carne y hueso” (17). Ésa puede ser la explicación también de los múltiples viajes de Jordi Sierra i Fabra por los colegios y de sus encuentros desbordantes con los alumnos y alumnas de centros españoles. Pero Jordi Sierra i Fabra también aparece en sus obras y está presente de manera directa. Así, suele explicar, como ya indicamos, en prólogos o apéndices el porqué de sus libros o la fuente de inspiración. En “Campos de fresas” explica en el apéndice el porqué de la historia (leyó un caso de una chica inglesa que, como Lucy, también cayó en coma), en el “Ciclo de lastierras”, concretamente en la novela que cierra la trilogía, “El testamento de un lugar llamado tierra” (1987) habla de su deuda con Einstein a la hora de plantear esas parábolas de ciencia-ficción. Lo mismo ocurre en “El jovenLennon”, en “Kaopi”, en “La memoria de los seres perdidos” o en “La música del viento” por poner unos títulos a modo de ejemplo. Queremos decir que el autor se implica a fondo en su obra y quiere que el lector también lo haga, de ahí que le cuente sus motivaciones o sus reflexiones o, quizás, sus puntos de partida.
Otra figura que nos ha llamado la atención porque es también recurrente es la del viejo, anciano, que aporta la experiencia o la nota de cordura en la historia. El autor emplea personajes jóvenes desorientados, la mayoría de las veces; pero les sabe situar delante al anciano que sabrá darle el consejo oportuno o sabrá ver más allá que él. Recordemos que, en las sociedades tradicionales, los ancianos eran los que impartían justicia; ahora la figura del anciano está siendo relegada peligrosamente por nuestra sociedad del “tomar y usar”, pero Jordi Sierra i Fabra la reivindica y la coloca de nuevo ante nuestros ojos. Frecuentemente estos viejos sabios son tenidos por locos porque no hay peor cosa que decir la verdad para que nos sintamos agredidos y es mejor no hacer caso y decir que los demás están locos, a creerlo. Tortuga Veloz en “El último verano miwok” encarna la tradición, la verdad, los orígenes, la tierra. Es quien une la historia y le da sentido, pese a que los especuladores no lo entienden o no quieren hacerlo. Vicente Santolaria, en “La estrella de la mañana”, es la figura del padre que Joma busca desesperadamente y es quien sabe centrarlo en la vida; en “Aydin” (1994) el abuelo de Godar, con sus reflexiones, es el ejemplo de sabio ponderado y justo; Hari, el anciano de “Los tigres del valle” (1994) es la voz de la verdad, de la justicia y de la pasión. Sólo él advierte del peligro que corren si exterminan a los tigres y choca con la ambición y la ignorancia; el abuelo de Kaopi sabe cómo mantener sus esperanzas y qué decir a su nieto para que no se rinda. Ammed, el anciano de “Noche de luna en el Estrecho”, ayuda con su sabiduría a Habib y trata de atemperar sus impulsos de salir del poblado.El anciano Tobías, que tiene nombre de profeta, en “Concierto en Sol Mayor” (1997) es esencial para el desarrollo de la novela. Se trata de un anciano mendigo que toca el violín en una calle de Barcelona para sobrevivir. Este anciano que ha tenido una vida plena, aunque fracasada es quien organiza el caos que tiene Daniel, el pequeño superdotado, y lo lleva a saber enfrentarse positivamente a su madre quien, separada de su marido, tiraniza al hijo, sin ser conscientede ello, en nombre de lo que es bueno o malo para él y para su carrera desuperdotado. A menudo, simbólicamente, los viajos sabios se representan ciegos puesto que es una manera de decir que la verdad está en el interior. Así es Tuí, en “Las alas del sol” (1994), uno de los libros más poéticos de Jordi Sierra i Fabra.Tuí, al final del libro, habla con Yu, el niño de 10 años y le da el contrapunto que él necesita para entender su propia vida, valorarla pese a vivir en un campo de refugiados. El abuelo de Óscar, Valentí, en “Temps de gebre”, enseña a su nieto el valor de las cosas más sencillas y elementales de la existencia. Es un abuelo viudo, enérgico en el exterior, pero que sabe ser dulce y tierno cuando la ocasión así lo exige. En “La música del viento” es un “sadhu”, un santón hindú, quien da el ánimo necesario al periodista para que siga con su objetivo. El encuentro es casual e inesperado, pero la calma, la paciencia y la sabiduría de este anciano son esenciales para la resolución de la historia. Es él precisamente quien pronuncia la frase que luego servirá de título de la novela: “Escuche la música del viento”.
EL PERSONAJE ADULTO
Hemos tenido ocasión de comentar la figura del padre, de la madre e, incluso, del abuelo; pero también tenemos otros personajes adultos de interés en la novelística de Jordi Sierra i Fabra. Suelen ser adultos de mediana edad que, por algún tipo de compromiso moral o ético o por alguna causa familiar se sienten unidos al personaje adolescente y, en suma, juegan un papel inportante en su vida. Así, la segunda esposa de Pablo, Carolyn, en “El último verano miwok”. Carolyn es quien acaba uniendo de verdad al padre con su hijo adolescente. Es una mujer que no pretende ocupar el puesto de la madre, sino el de la amiga y es quien sigue la relación con David, el muchacho, cuando su padre haya fallecido. Leonardo en “Malas Tierras” es el hombre vacío, que no encuentra sentido a su vida. Leonardo es, en definitiva, el causante del desenlace del libro: acaba emborrachándose para huir de su vida sin razón y choca contra el coche que conduce Cati provocando una muerte inocente. María es la monja atípica en “La voz interior”. Su pasado es llamativo puesto que tuvo relación con los movimientos hippys. Resulta una mujer vehemente y apasionada. Enseña lengua y literatura en el colegio y lleva a cabo una especie de cruzada particular, siguiendo lo que ella llama su “voz interior” para ayudar a la delatora de Isabel Carreras, la muchacha expulsada del centro. María supone que esa otra chica no podrá vivir con el peso de la acusación en su conciencia y crea el ambiente y la ocasión necesarios para ayudar a esa delatora. El psiquiatra de “El niño que vivía en las estrellas” es también un caso de compromiso con los semejantes. No ceja, en una investigación peligrosa, hasta averiguar la verdad de ese niño y se involucra, más de lo necesario, en esa búsqueda. Lo mismo le ocurre al periodista de “La música del viento” . Alberto va a la India, con la excusa de escribir un artículo, y acaba desbaratando un grupo de trabajo infantil ilegal. El abogado de “Retrato de un adolescente manchado” también lleva a su propio terreno el caso que le encargan. Es un ex-político prestigioso que vuelve a la abogacía y acepta un caso difícil porque no puede rechazarlo. Al final, se verá mucho más comprometido de lo que hubiese presumido puesto que el adolescente que defiende es su propio hijo, fruto de una antigua historia de amor. Notamos aquí paralelismos con “El otro barrio”, de Elvira Lindo, aunque éste es posterior al libro de Sierra i Fabra. Otro periodista que se enfrenta cara a cara con su propia miseria es el hermano de Isaac, en “Un hombre con un tenedor en una tierra de sopas”. Aquíse bucea en la ética periodística que es la causa de que ese periodista, premiado y célebre, se suicide porque no resiste el peso de su culpa. Isaac lo descubre y acaba sintiéndose mucho más cerca de ese hermano muerto. Otro periodista acude en “Campos de fresas”, de una manera no muy clara, con la intención de escribir un reportaje sobre las drogas de diseño y alertar a la sociedad.
Hay también policías que intervienen en las distintas historias. El tío deVentura, en “Nunca seremos estrellas del rock” asume, con honestidad, el problema de su sobrino y no duda en ofrecerle un nuevo principio. El policía de “Campos de fresas” tampoco ceja en su búsqueda, quizá porque el también tiene hijos y se siente igual a los padres de Lucy. En “La memoria de los seres perdidos” otro personaje adulto pone en la pista cierta a Estela. Es su compañero en la ONG, quien le aporta todos los informes necesarios para acabar averiguando lo que no quería creer: que fue adoptada a la fuerza en la época más dura y represora de la Argentina. Son, pues, en general, personajes valientes que apuestan fuerte en la vida,que siguen hacia adelante, pero que, llevados por la pasión y por la energía, también tienen momentos de desaliento, aunque sus ideales son superiores a sus flaquezas. Y, en un alto número de historias, todos los personajes se mueven dentro de una familia, padres, madres, abuelos, hijos o de unas relaciones sentimentales o de amistad. Hay pocas relaciones laborales en la obra de Sierra i Fabra. Son vínculos más estrechos los que se establecen entre sus personajes. Hay, por supuesto personajes cansados, aburridos, con falta de expectativas.
PROBLEMAS DE AQUÍ
Va quedando claro que Jordi Sierra i Fabra se implica hasta el fondo en lascuestiones o problemas o aspectos de la sociedad actual más relacionados con los jóvenes. Y lo hace de manera dura y certera, sin edulcorar, sin aliviar ni tamizar el problema. Quizá por eso se le haya criticado de oportunismo,que en realidad es “oportunidad”, aunque más bien parece un caso de conciencia social llevado a la literatura. “Campos de fresas” es una novela importante porque marca un nuevo rumbo en la carrera literaria del autor. En ella se atreve con el mundo de las drogas de diseño y de paso se centra en esa juventud que sólo vive para el fin desemana y para no parar en 2 o 3 días de moverse y bailar (Raúl es el ejemplo); pero no les culpa a ellos únicamente, sino a todo ese mundo sórdido y mezquino que se enriquece a costa del dolor de los demás, de su ingenuidad, de su rabia o de su falta de preparación. En “Malas tierras” trabaja el tema de la donación de órganos y lo hace tejiendo, como en una tela de araña, todas las vidas y acciones que van a llegar a la muerte de un personaje para que viva el otro. “Noche de viernes” nos habla de la “movida” que, en el fondo, simplemente constata la soledad de esos jóvenes que salen en pandillas, que se revistende coraje cuando van en grupo para ocultar sus propias frustraciones personales. Jóvenes que intentan superar todas las barreras -drogas,alcohol…- sin ningún fin más que perpetuar su rabia y su falta de ocasiones para, de veras, sentirse a gusto en ese mundo. Es un escapismo el que nosdibuja Jordi Sierra i Fabra, pero no evasión positiva, sino la más triste, la que lleva a la enajenación del individuo. Son adolescentes que viven entre el bienestar y la destrucción y que no saben cómo salir ni siquiera son conscientes de ello.
“El tiempo del olvido”, lo hemos dicho ya, se centra en el tema del terrorismo y no evita detalles, aunque lo que a él le interesa más es demostrar que el sentimiento de amistad puede ser más fuerte que el del odio. Las obras de Sierra i Fabra suelen acabar de manera rápida y precisa y casi siempre aluden a un sentimiento puro y nuevo: la esperanza. Tras un momento malo, un episodio turblento, llega el sosiego, la reflexión. Todos sus personajes buscan encontrar la paz y el equilibrio en sus vidas. Parece como si, en cualquier situación, siempre quede una puerta o una rendija abierta a la esperanza. Se puede cambiar y se puede avanzar, siempre y cuando uno se comprometa consigo mismo y se respete como persona y como integrante en un grupo social. Las novelas de Sierra i Fabra acostumbran a ser urbanas, salvo algunos títulos. Se desarrollan en un mundo de asfalto que quizás incrementa esa tristeza, esa falta de comunicación, esa soledad de los jóvenes, prisioneros de su propio poder adquisitivo, prisioneros de su propio mundo de poder y gloria. Es en el campo donde la vida se vive de otra manera y los sentimientos son más puros (Temps de gebre) o, al menos, en espacios naturales y abiertos como puede ser el mar (Nunca seremos estrellas del rock). El “Ciclo de las Tierras” viene a ser la cumbre de una sociedad de cemento y hormigón que ha evolucionado mucho en el aspecto externo, pero que sigue vacilando y teniendo miedo, como las indefensas criaturas -los hombres- que la habitan al lado de las máquinas seres que, con el tiempo, parecen contagiarse también de los sentimientos volubles y vulnerables de laspersonas.
OTRAS TIERRAS, OTRAS VIDAS
La implicación de Sierra i Fabra no se para en las cuestiones que le rodean. No en balde se confiesa gran aficionado a los viajes y muy observador. “Mis libros -dice- suelen ser muy duros, puesto que como viajo por todo el mundo veo por mí mismo la dureza de la vida de muchas personas y eso lo reflejo en mis libros” (18). En diversos títulos acude con su pluma a manifestar un problema, un error, algo que ocurre lejos pero que, en cualquier momento, nos puede salpicar la conciencia dormida. Y como un revulsivo actúa Sierra i Fabra para que no nos aletarguemos y conformemos con nuestra parcela minúscula de vida. “El último verano miwok”, pese a tener más de novela que de crónica realista de la actualidad, ya abordaba el aspecto de los indios de Norteamérica y de lapersecución a que fueron sometidos, aun del exterminio. En “La música del viento” anticipa la labor de Vicente Ferrer en la India, reciente Premio Príncipe de Asturias, y aborda el trabajo infantil desde un oficio real: la fabricación de las alfombras de nudos. Sólo las manos más pequeñas pueden llegar a realizar los mejores nudos, sólo las manos de niños las llevan a cabo; pero son niños mal pagados y, lo que es peor, maltratados. En “Kaopi” se centra en las etnias perseguidas. Kaopi es el último nezai que lucha por su supervivencia y que se resiste a ser engullido por una sociedad que avanza sin parar. La tribu nezai fue una tribu con un pasado glorioso que cuenta, entre sus gestas, haberse enfrentado a la tribu aorta. De los nezais, en la actualidad sólo quedan 13 individuos, uno es Kaopi. Kaopi es un joven que perdió a su padre y vive con la madre y el abuelo. Kaopi decide, también en una especie de viaje de iniciación, salir a buscar al dios nezai para pedirle ayuda, pero encuentra al hombre blanco y decide volver: sólo encuentra su tribu exterminada y al abuelo moribundo, esperándolo. Kaopi vive los sinsentidos de la civilización; pero decide volver a su tierra, tras múltiples peripecias, y encuentra a la única superviviente aorta -antaño enemigos- con la que inicia una nueva vida. De dos tribus enfrentadas, pues, surgirá la esperanza en el futuro. “Noche de luna en el Estrecho” va directo a la inmigración ilegal de magrebíes y al trato que sufren en su misma tierra, en manos de traficantes que sólo buscan enriquecerse a su costa y que no les importa lo más mínimo si llegan bien o si perecerán en el mar. Habib desea ir a España, pero salir de supueblo es muy difícil y supone que su padre le ceda todos sus ahorros para que él emprenda la aventura. Habib sufre algún fracaso, pero se endurece y logra llegar a España. El precio que ha pagado es demasiado alto porque ha perdido sus sueños y sus esperanzas: es otro Habib. “Las alas del sol” alude a un campo de refugiados, el campo de Shek Kong en Hong Kong y lo terrible que es sobrevivir entre las propias mafias que se generan en el campo y las trabas legales que impiden, una y otra vez, la salida. “La memoria de los seres perdidos”, ya lo hemos comentado, se centra en un caso de adopción ilegal en la Argentina de la Dictadura. En el libro se incluyen testimonios y documentos espeluznantes que Sierra i Fabra no descarta, en absoluto, los aporta como muestras de lo que fue, para que no se nos olvide. Ésa es la misión que se impone Sierra i Fabra: no perderse en un mundo difícil y, a menudo, hostil y tratar de encontrar las claves que nos enfrenten, día a día, con lo que verdaderamente es vital: la amistad, la paz, la lucha por la igualdad, la tolerancia, la justicia social…
SIMBOLOGÍA
Quizás en otra ocasión podamos trabajar con más detenimiento el aspecto “simbológico” de Sierra i Fabra. Es un autor sensible y receptivo que plasma sus sentimientos de una manera lírica y, a menudo, poética. Así, muchos de los títulos con los que estructura su obra son puramente metafóricos y despiertan en el lector un no sé qué de mágico y real, a la vez. Y no sólo los títulos de los capítulos; sino los de sus novelas, en general, muestran ecos metafóricos o simbólicos: “El iempo de olvido” representa la superación de los odios y enemistades, el punto final -Jordi Sierra i Fabra, entre su smuletillas, repite con energía, a la hora de acabar algún asunto: “Y punto”-. Es el inicio de una nueva etapa. Como puede verse, anticipa, de alguna forma, la situación actual en España. “Nunca seremos estrellas del rock” habla del desengaño de Ventura que vivía en un sueño y descubre que no hay que mezclar la vida con los mitos. “Un hombre con un tenedor en una tierra de sopas”, difícilmente podemos entendernos si cada uno va con una idea: unos, el tenedor; otros, la cuchara. El hermana de Isaac se sintió así, en Chiapas. “El niño que vivía en las estrellas” es el caso de un niño que parece llovido del cielo, un extra-terrestre, cuando el problema residía en que su padre, para que callara, le dejaba jugar continuamente con uno de esos juegos virtuales, en forma de casco, y el niño creció en una burbuja irreal. “Temps de gebre” alude al final del verano, al momento en que los padres de Óscar habrán decidido si siguen juntos o si se separan.
Veamos un poco más de cerca algunos de estos símbolos. El agua es en “El último verano miwok” la fuerza natural y cierta que pone las cosas en su sitio y que sepulta el viejo cementerio indio, como dice la leyenda, antes de permitir que se especule con su suelo. El agua que todo lo purifica y lo limpia. Los animales también aparecen en los relatos de Sierra i Fabra, pero con un matiz, insisto, simbólico. En “Malas tierras” Cati se apiada de un perro que ha muerto atropellado y dice que le duele más que la de un ser humano porque la muerte del perro es inútil, ya que no siente dolor; en cambio, la muerte de la propia Cati sí será útil porque ella sabe que va a morir y por qué y ella salvará una vida. Es nuevamente la esperanza. En “Temps de gebre”, Óscar y su abuelo encuentran una ardilla herida y la cuidan. Óscar quiere llevársela, pero, por su abuelo, decide dejarla libre y ese gesto también hace que él se sienta libre, aunque le duela. Hay un paralelismo entre Óscar y Cati, Cati se apiadaba del perro atropellado y la razón que daba es la misma que ahora dará Óscar frente a la ardilla: el hombre entiende el dolor, pero el animal no; por eso a veces da más pena un animal herido que un hombre. En “Las alas del sol”, Yu, el niño, encuentra también un perro y le da la libertad que él no tiene. El mismo Yu hace que unos caramelos sean la medida símbolo de su madurez: los guarda para sus hermanas, aunque se deshace por comérselos. Y ya que hablamos de la libertad. El sol que da título al libro es un espectáculo para el niño que corre todas las mañanas para ver amanecer: el sol el libre y, precisamente, en el colegio están aprendiendo la palabra “libertad”. En “Aydin” es una ballena la que no quiere encanderase. Jordi Sierra i Fabra critica la sociedad de consumo y ciertos experimentos que tienen como base al animal. En Aydin encontramos también un símbolo muy hermoso: cuando llega la primavera, Godar crece y también lo hace la ballena. “El cazador” es la historia de una pasión y de un destino. Dubal es el hombre enfrentado a su pasado y a su futuro que acaba aceptando el paso del tiempo,como algo natural. Tendría paralelismos con “El viejo y el mar” porque, al fin y al cabo, son las reflexiones de un ser en soledad enfrentado a su propia vida.
MÚSICA
Sabemos, porque lo dijimos al principio de este trabajo, que Jordi Sierra iFabra no puede vivir sin la música, para él es otra pasión tan arrolladora como la escritura y opta por unirlas y hermanarlas puesto que la música es el lenguaje de los jóvenes y, con ella, podrán entenderse mucho mejor. No dudamos, a estas alturas, de que en las letras de ciertas canciones hay poesía y tanta como pueda haber en un poema clásico. Puede que sea Jim Morrison, uno de los héroes de Ventura en “Nunca seremos estrellas del rock”,quien viene a confirmar lo que estamos diciendo. Jim Morrison fue una persona de talento y de sensibilidad poco común que la plasmó en muchas de sus letras. “Campos de fresas” toma el título de una canción de Los Beatles, conjunto musical muy presente en la vida y en la obra de Sierra i Fabra. “El joven Lennon” reconstruye los años de adolescencia de John Lennon y se cierra con su muerte, que el autor califica de una manera sobria y lapidaria: “El futuro había terminado”. “Malas Tierras” se desarrolla en torno a un concierto de Bruce Springsteen. Es un concierto que señalará las existencias de esos adolescentes porque “El Boss” se caracteriza por darlo todo en el escenario y el público, Neli, en este caso, lo capta de una manera total. Los chicos protagonistas acuden con auténtica reverencia, pero es Neli, la chica que encuentran a las puertas del concierto, a quien revenden la entrada que les sobraba, quien marca la dimensión ideal del concierto. Neli ha llegado desde Zaragoza, sin entrada siquiera, dispuesta a no perderse el concierto por nada del mundo, aunque no sabe aún cómo conseguirá la entrada. Bruce Springsteen tiene, prácticamente, la edad de Jordi Sierra i Fabra y junto con Los Beatles se convierte en el cantante más mencionado en su obra. “El Boss” marca, de alguna manera, la banda sonora de la vida de Sierra i Fabra.
“Nunca seremos estrellas del rock” señala un punto culminante en el ámbito de la música. Ventura vive influido y obsesionado por los músicos malditos que murieron jóvenes: “Escuchadme: adoro a Jim Morrison. Soy poeta, como él. Y entiendo lo que quiere decir cuando me habla. También adoro a Kurt Cobain. Me gusta cómo les jodío a todos pegándose un tiro. Jim y Kurt. Vale, y Lennon también.” (19). Ventura busca los porqués de su vida en estas otras vidas y también recuerda a Jimi Hendrix, y no lo entiende, lo mismo que a Janis Joplin o a Brian Jones. Ventura reflexiona sobre ellos y llega a la conclusión de que los “auténticos” tenían una mujer a su lado; aunque, hacia el final del libro, cae en la cuenta de que el suicidio es sólo una huida hacia ningún sitio, quizá la más cómoda para el que se va. Ventura se dirige a Kurt Cobain y le dice “Estoy solo, Kurt”. Ése es su mayor descubrimiento. Bruce Springsteen aporta, para el punto de partida de la historia, una de sus canciones más representativas, “Nacidos para correr” donde mezcla distintas ideas, que aturden a Ventura, desde el elogio a la velocidad, hasta la vida urbana considerada, a menudo, como una gran trampa: “De día sudamos en las calles De un fugitivo sueño americano De noche cruzamos mansiones De gloria en coches suicidas Que saltan de sus jaulas a la Autopista 9 Con ruedas cromadas, combustible inyectado Pisando la raya a todo gas. Oh nena, esta ciudad te arranca los huesos de la espalda Es una trampa mortal, es una llamada al suicidio Tenemos que salir de aquí mientras seamos jóvenes Porque, vagabundos como nosotros, Nena, nacimos para correr”. Esta canción, “Nacidos para correr”, apareció en el año 1975 y fue adoptada, rápidamente, por los jóvenes de entonces. Sin embargo, distintos grupos y artistas han ido tomando este tema y adaptándolo al momento. Es fácil, si leemos bien “Nunca seremos estrellas del rock”, recoger la influencia de esta canción en Ventura y de toda una época; aunque Ventura no es de la generaciónde los 70, sino de los 90. La novela nos sitúa antes las contradicciones de los jóvenes de ahora mismo y la canción de Springsteen marca la existencia de Ventura, quien asume las dificultades de su generación: “¿Sabes? No somos la Generación X. Somos la Generación Sin Nombre, nietos de los idealistas de los 60 e hijos de los materialistas de los 80. Es como ser un híbrido de Peter Pan y Madonna. Estamos buscando una letra, Kurt. Tenemos la música pero nos falta la letra” (20). El libro, como ningún otro de Jordi, nos habla de las relaciones entre las canciones-poesía y la vida, y cómo la música rock pasa a través de distintas generaciones y sigue con su influencia, tan pura y clara como si fuera reciente.
Led Zeppelin, lo dijimos ya, es el pretexto de unión entre los personajes de “El tiempo del olvido”. A Carlos, en realidad, no le gusta la música, pero finge ser un experto y se pone una camiseta emblemática, que alude a un concierto de este grupo y Tetxu se siente rápidamente cercano a su nuevo amigo. Led Zeppelin supusieron un hito en la música rock. Con ellos surge el hard rock que, con el paso de los años, se conierte en heavy rock y, más tarde, en heavy metal. En 1980, con la muerte de su batería, el grupo acabaría. Por lo tanto, es, en el libro, un grupo de culto, como lo son la mayoría de cantantes y grupos que intervienen en la obra de Sierra i Fabra. Decimos intervienen porque, de alguna forma, cambian a los personajes, los motivan o les marcan caminos, sueños y proyectos. La música, entendida como forma de vida o como afición, empapa otros libros a los que ya aludimos al tratar el personaje adolescente: “Banda sonora” reconstruye una época que Jordi Sierra i Fabra conoce muy bien, el mundo del viejo rockero que se va difuminando y el de los jóvenes con todo lo que conlleva (sexo, drogas, dinero, productores, primer disco…). Ese mismo ambiente se recoge en “La balada de Siglo XXI”, aunque ésta, a diferencia de la primera, es una historia triste sobre la creación de un grupo musical, su éxito y su declive rápido y feroz. Sierra i Fabra conoce muy bien los entresijos del mundo del rock y recrea un episorio duro donde el sentimiento queda atrás y en su lugar aparece el markéting, la industria fría y losmedios de comunicación. Cuanto más alto sube el grupo, más dura es la vida con ellos, más terrible es su miedo (droga, alcohol, suicidio…). “La memoria de los seres perdidos” acaba con la canción de Sting, “Ellas bailansolas” que es un canto emocionante a las madres y abuelas que han luchado por encontrar a sus seres perdidos y perpetuar, de ese modo, la memoria… la memoria de los seres perdidos. La música no es, pues, un pretexto o un mero telón de fondo o el decorado a las historias de Sierra i Fabra sino que se relaciona íntimimamente -lo estamos viendo con la trama-, como ocurre, por último, con “El asesino del Sgt. Pepper’s”. Aparte de una novela de intriga, es un homenaje a este disco de Los Beatles. En sus páginas encontramos un análisis de la carátula -que da la pista para encontrar al asesino- y también distintas canciones que encabezan todos los capítulos. Es un tributo, esta vez personal, al grupo de Liverpool y a todo lo que significó en su época y aun después.
VALORES
Acabamos ya esta introducción a la obra de Sierra i Fabra con la sensación de haber dejado muchos cabos sueltos y con el deseo de poder retomarlos en próximas ocasiones. Una obra tan cambiante, sólida y sugerente no ha de dejar indiferentes ni a los lectores ni a los críticos o investigadores. Jordi Sierra i Fabra en sus obras, lo estamos viendo, pero lo repetiremos a modo de conclusión, no hace otra cosa que recordarnos cómo son las cosas, que situarnos frente a un espejo duro, a menudo, nunca idílico, tampoco deformado, que nos devuelve los ojos del miedo, del sufrimiendo, del dolor; pero también, y mucho más engrandecida, de la esperanza. Los personajes de la obra de Sierra i Fabra luchan para salir de la soledad, para comunicarse, para proyectarse en el exterior, para sentirse solidarios y necesarios; luchan, en suma, para alcanzar la libertad. Y ése es el gran anhelo de Jordi Sierra i Fabra, un escritor que escribe sobre los temas que quiere, sin ceñirse a ningún presupuesto editorial y con absoluta independencia. Sus novelas no son otra cosa que el retrato de su propia personalidad: vibrante,apasionada, en ocasiones una pizca irreflexiva, visceral, fiel a los propios principios… Una personalidad marcada por los viajes, por la música y por la observación cotidiana. Como Ventura, nosotros tampoco seremos “estrellas de o del rock”, pero sí habremos dejado, ojalá, de entornar los ojos ante nuestra propia imagen reflejada en el espejo de Sierra i Fabra.
© Anabel Sáiz Ripoll 1999
NOTAS
(1). Citado en CLIJ, 93, abril 97, pág. 53. Aprovecho la primera nota para agradecer el entusiasmo con que Jordi Sierra i Fabra ha aceptado mi propuestade análisis de su obra. Ha sido él quien me fa facilitado la mayor parte desu obra y muchas de las entrevistas que aparecerán aquí citadas.(2). Declaraciones aparecidas en “Platero”, nº 84. Es un número que hemos consultado con profusión ya que centra muy bien las inquietudes del autor.(3). Ibid.(4). De la entrevista a Jordi Sierra i Fabra en “Peonza”, 17, 1991.(5). De la entrevista en “Primeras Noticias LIJ”, nº 123, febrero 94, “El autor y su obra (coleccionable)”. Recomendamos su lectura porque profundizaen las ideas y valores de Sierra i Fabra. De ahí que lo citemos como fuente en varias ocasiones.(6). En “Vapor”, 3, 1997.(7). Cf. nota 2.(8). En “Qué leer”, 1-2-98(9). Cf. nota 5.(10). Cf. nota 2.(11). Cf. nota 5.(12). Cf. nota 2.(13). Cf. nota 5.(14). En “Atlántico”. 3-3-96.(15). En “La Crónica 16” de León. 15-1-98.(16). Cf. nota 2.(17). Cf. nota 6.(18). Cf. nota 15.(19). “Nunca seremos estrellas del rock”, Madrid, Alfaguara, 1995. Pág. 36.(20). Op. cit. pág. 133